La noche de San Juan la utilizan los malagueños para limpiar sus energías ensuciando sus playas, venía pensando mientras veía el despliegue de amigos de Limasa, haciéndose cargo del despropósito de basura que dejan semejante piara. Algunos, patriotas en campos de fútbol de su querida ciudad, dándose de tortas cuando se mancilla sus colores y que luego como buen «patriota» deja la mesa partida y los cascos de los tintos de verano enterrados en la arena, «que pa eso le pagan que tienen mu buenos zuerdos» alzando la vela de mocos con una mano mientras la otra saca el palo de la sombrilla.

Los niños del escapulario fluorescente y los pelos imposibles, saliendo a rastras de la playa con el móvil en la mano sonando cualquier mantra de grimor musical, preocupados más de su flequillo que de sus novietas que acabaron liándose con cualquiera que le prestara atención. El de las gafas redondas con una barba nacida por fascículos, le saca los dos quilos de arena que tiene su guitarra dentro del boquete, busca y rebusca su funda y su dignidad, después de haber estado toda la noche cantando a sus amigos tronistas, el bolero de Zenét, la de Pablo Alborán por si hubiera alguna señora de nuevas generaciones y la de Peor para El Sol de Sabina, por si su amiga del circulo de Podemos de Calle Ancha venía a comerse unos espetos de tofu con él, al final no pilló ni un anisaki, y para casa, a exponer su noche mágica en Facebook, con algún adornillo mientras espera el citesa.

No mejor suerte corren las señoras con tacones en la playa, oscuras como un pozo lleno de Cacaolat y pintadas a compresor, dejando una mancha de crema naranja en la orilla cada vez que se refrescan, que podría denunciar perfectamente cualquier lancha de Greenpeace. Ellas en plan místicas se han comprado su conjuro en la tienda esotérica del barrio, con dos hojas de laurel una vela blandengue y un papel con un conjuro, a ver si le sale un novio con trabajo, que no tenga que estar pagando las letras de un Audi A4 cuando limpiaba pisos en la obra, que la saque a fumar arguila a los chiringos de moda y a menear ensaladeras con tónica y si encarta, que la lleve a la puerta del Pompidou a hacerse una foto antes de entrar al 100 montaditos, que queda muy bien en Instragram.

Al final se le mezcla el humo de su conjuro san juanero con el humo de los lirios macarenos del grupo de amigos de los malabares con pelotas de arroz, justo al lado repasando los discos de los Delincuentes, que lo podrían ya cantar al revés, palmas con menos compás que un estuche de comunión, calimocho hirviendo y una pelota enterrada en la arena para dar saltos mortales, cuando en una de estas se queda uno de ellos hecho una alcayata, mientras un vecino ex pescador de Calle Mendoza de Huelin, sentado junto a su señora degustando unos espetos carbonizados dice «si se hubiera quedao en su casa no le pasa ná, que se vaya a pegá salto a Cerro Muriano, una buena mili Antonia, una buena mili» Antonia ni se inmuta para no perder puntada de la mano de bingo con las vecinas, «la pareja de guardía civiles, el 55!!» «desde luego que mi Paco ( De La Torre) no lo puede hacer mejor, el otro día donde voy a hacer las manualidades, nos llevaron al Chorro, aunque no hicimos ninguna el camino, nos quedamos en el campo jugando al bingo y me zampé un bocadillo de tortilla que nos dieron que quitaba el sentio» Paisanaje malacitano y así podría seguir enganchando hasta rellenar dos periódicos unidos con cinta aislante.

Desde aquí un saludo a los amigos de Limasa que vaya tela tiene pegarse el día recogiendo las porquerías que otros dejan en la playa por que le sale de las narices, a pleno sol. Las calles no se ensucian solas y es verdad que nuestro querido Paco, se esmera en mandar a limpiar las zonas más nobles de la ciudad, con más razón debemos andar con más cuidado en los barrios y ser más civilizados, las aceras no se manchan solas. Eso si, Paco por dios, baldea un poquito la Cruz De Humilladero que ya mismo no puedo despegar la chancla del suelo, le tenemos puestos a las gaviotas zapatos de seguridad para que puedan alzar el vuelo. Un poco de guasa para aliviar el calor que falta hace, por cierto aprovechar para purificarse que es buena fecha y bañarse con sal que hay mucho metiendo «bajío» como diría mi madre, eso nunca está de más como La Primitiva.