­El rock and roll es una fecunda madre cuyos vástagos han conquistado todos los rincones del planeta. Uno de sus primeros hijos fue el rock surf, género instrumental que nació a finales de los años cincuenta en las orillas de la costa suroeste norteamericana. Subido en las guitarras Fender de Dick Dale, The Ventures, The Surfaris y The Challengers, entre otros, el rock surf emprendió desde California su interminable viaje. En España no se prodigó mucho en sus primeros años, pero hoy vive una época dorada; un revival que ha propiciado la aparición de numerosas formaciones, como Mambo Jambo, Los Derrumbes, Los Coronas y los malagueños Surfin’ Beards, un trepidante cuarteto de Marbella, formado en 2013, que acaba de lanzar su primer disco.

Editado por el sello malagueño Sleazy Records -cuyo responsable, Guillermo Jiménez Pou, es el organizador del mítico Rockin’ Race Jamboree-, los ocho temas del primer trabajo de Surfin’ Beards beben directamente la fuente primigenia. «Nuestras referencias son el surf clásico. Aunque hay bandas actuales que nos gustan, como Los Straitjackets, lo nuestro son los sonidos añejos», explica el guitarrista Francis Barba, de cuyo apellido traducido al inglés sale el nombre de la nueva formación, que completan Julio (guitarra), José David (batería) y Chiqui (bajo).

La dificultad del rock instrumental que practican estos «surferos barbudos» radica, precisamente, en la ausencia de un cantante, algo que suplen con unas melodías que se pegan irremediablemente a las piernas e invitan al baile desde el primer fraseo. «Cuesta mucho porque hay que cantar con las guitarras. Y para ello hay que dar con melodías muy pegadizas». El efecto de sus canciones en el público se puede comprobar en cada uno de sus directos. Hace una semana, el escenario del Fuengirola Pop Weekend fue testigo de su arrolladora puesta en escena, en la que intercalan temas propios con algunas versiones.

Single en vinilo

Todos se confiesan unos melómanos irreductibles, por lo que no tuvieron que discutir mucho la idea de acompañar el lanzamiento en cedé de su primer trabajo con un single en vinilo. «Flipamos con el vinilo, y nos parecía que así ofrecíamos un formato muy interesante a un excelente precio». Y lo es, porque al compacto de ocho canciones le suman un sencillo de siete pulgadas con tres temas. El pack de ambos formatos cuesta 10 euros.

Las canciones de la banda malagueña, al igual que sus evocadores títulos, nos hacen viajar por paisajes de otras épocas y también por otros no tan lejanos. Por ejemplo, Lee Cheuk y La Cabeza del Dragón evoca los aires asiáticos de las películas de artes marciales de serie B de los años setenta; Cuarto de Milla nos pone al volante de las primeras carreras Hot Rods; El dorado discurre lentamente por los polvorientos caminos del western crepuscular y El Cable es todo un guiño la playa marbellí de mismo nombre.

Desde la portada, con una magnífica ilustración de Mik Baro, hasta los créditos, el disco de los Surfin’ Beards es un diamante en bruto. Y todo el mundo ya sabe que Beards es la palabra. «A-well-a everybody’s heard about the Beards!»