­A principios de los años noventa, Neneh Cherry y su pareja, el productor Cameron McVey, se mudaron a Alhaurín El Grande para alejarse del bullicio de Londres. Cuando lanzó su disco Man -ése en cuya portada aparece la cantante con unos cuantos vecinos de la zona en plena y colorida fiesta-, le preguntaron en una entrevista: «¿Y ahora qué proyectos tiene?». La respuesta: «En este momento, respirar muy hondo el aire de Málaga, porque huele condenadamente bien, y mirar a los viejos jugar al dominó. Mi proyecto es existir, ¿sabes?». Cherry y McVey -arquitecto sónico de Massive Attack y Sugababes, entre otros- vivieron entre nosotros hasta comienzos de la última década del siglo pasado, experimentando episodios fundamentales de su árbol genealógico: allí murió el padre de Neneh, el mítico trompetista de jazz Don Cherry -está enterrado en Fuengirola- y también allí nació Mabel, que ahora tiene 19 años y acaba de lanzarse al ruedo discográfico con una canción, Know me better, que ya está haciendo que se desplieguen las orejas de Gran Bretaña, donde su madre es un ídolo absoluto.

Mabel supone el por el momento último eslabón de una cadena que parece infinita: Eagle Eye Cherry y Titiyo son otros miembros de la familia que se han dedicado con mayor o menor fortuna a la música. La de la joven, de sólo 19 años, podría compararse con la de Jhene Aiko, Lauryn Hill o Mary J. Blige, divas del soul de nuevo cuño de ahora y de antes, pero, claro, pasado por el turmix multiculti propio de una chica que ha vivido y sido criada en Málaga, Londres y Estocolmo, y que es la hija de una creadora tan heterodoxa como Neneh Cherry. De alguna manera, el sonido de Mabel Cherry es la destilación de una familia, una época y muchos lugares -entre ellos, Málaga-. Más que suficiente para que The Guardian haya incluido su tema en el top 3 de su lista de mejores lanzamientos de pop.

Quizás porque fue criada con la sencillez de la telúrica vida de Alhaurín El Grande, Mabel McVey Cherry prefiere construir una carrera tranquila, honesta e intransferible; podría haber hecho que su padre le produjera su canción -lo ha hecho un amigo de la debutante-?o que Neneh -por cierto, ahora en una interesante resurrección artística tras varios años despegada del negocio- utilizara sus contactos con el mundillo discográfico -la joven todavía no tiene contrato con ningún sello- para empezar con mejor pie. Lo cierto es que de momento las críticas están siendo positivas y algún observador musical vaticina que aquí hay madera de ídolo. Quién sabe si la próxima estrella del pop británico aprendió a caminar en Alhaurín El Grande.