¿Cómo ha variado el mundo del jazz desde sus primeros pasos junto al grupo Dolores, en los años 70?

En realidad, la esencia es la misma. La esencia es la búsqueda siempre de ese trance en el que te sume el ritmo, el compás, la improvisación... Las estéticas sí que van cambiando, igual que los instrumentos y los diferentes tipos de ritmos y de armonías que van enriqueciendo su lenguaje.

Cómo vive un músico de jazz las dificultades económicas? Si los músicos de pop y rock, géneros mucho más mayoritarios, se quejan de estos tiempos...

Se lo puede preguntar a un taxista, a un albañil, a un empresario, al dueño de un bar... Para todos es difícil porque somos fichas de dominó y si uno para de producir y consumir, el siguiente se cae también.

¿Paco de Lucía le inyectó el flamenco en sus venas?

A nivel profesional, sí. Ya lo tenía inyectado desde el principio, pero a nivel profesional fue el que me hizo darme cuenta de que podía tocar flamenco con la flauta y con el saxo. Paco era como mi hermano mayor. Hemos compartido preocupaciones y filosofías de vida. Hemos aprendido grandes cosas juntos.

¿Qué supone ser el primer músico español reconocido por la Academia Francesa de Jazz como el mejor músico europeo de ese género?

Es un reconocimiento muy bonito, hace ilusión y da cierto ánimo. Pero en el mundo de la música el premio o ser el mejor no existe. Te das cuenta de que eres el mejor cuando tienes varios conciertos y eres capaz de expresarte en los espectáculos y encima conseguir cobrar.

¿Ahora mismo, tener conciertos es el mayor premio?

Sin ninguna duda. Vivimos de los conciertos tanto económicamente como musicalmente. En los directos es donde uno experimenta sus límites, toca con músicos diferentes, se producen sensaciones nuevas y va creciendo como persona y como músico.

¿Se considera usted un músico de jazz o no?

Me definiría como músico independiente. Todos los músicos, vengamos de la tradición que vengamos, trabajamos con la misma materia prima que es el sonido y el silencio. Como un pintor mancha su lienzo de colores, nosotros manchamos el silencio de sonidos. Si tuviera que inclinar la balanza, diría que ya soy más flamenco que jazzista.

¿Podría elegir entre saxo y flauta?

No, tendrían que quitarme los dos instrumentos.

¿Y entre jazz y flamenco?

En realidad no me los pueden quitar porque tengo la esencia de estas dos músicas que ya resuenan en mi corazón como una sola.

¿Cuál es la particular banda sonora de Jorge Pardo?

Es curioso porque la llevo en el sentido. La música que hay en un restaurante, en un hotel o en un centro comercial siempre me corta el rollo porque llevo la mía propia y la que suena me molesta.

¿Cuál es su filosofía de vida?

Vivir más con la intuición que con las certezas. Vivir más con el corazón.

¿La música es medicina?

Los músicos somos reyes aunque tengamos la nevera vacía. Nos dedicamos a hacer feliz a la gente. El público cuando termina un concierto sonríe, ha pasado dos horas sin acordarse de sus problemas y se ha sumido en ese trance... Eso es medicina para el público y para los músicos. La música tiene el poder de sumirte en el trance.

¿Puede presumir de haber hecho siempre lo que le ha parecido mejor?

No puedo presumir de tener grandes propiedades pero puedo presumir de haber hecho siempre lo que me ha dado la gana. Es un regalo.