La plaza de la Nogalera vivió ayer una noche para la historia. Torremolinos llevaba esperando a sus Danza Invisible muchos años -demasiados-. Pero la espera bien mereció la pena. Javier Ojeda y los suyos sabían que iba a ser una noche especial, «muy emotiva». Y lo fue. De principio a fin. El aire, el nuevo aire que se respira en la localidad desde las pasadas elecciones municipales, se llenó de esperanza con las primeras notas de El pintor y la modelo, canción con la que arrancó el concierto.

Los ojos del público brillaban. También los de los músicos. La alegría era el sentimiento compartido por todos. Danza escoró su repertorio hacia los años en los que tanto ellos como Torremolinos, su tierra, eran ejemplo de modernidad, de vanguardia. Sonaron Contacto interior, «una canción que no tocábamos desde hace muchísimo», Al amanecer, Tiempo de amor... Y por momentos parecía que la vida volvía a ser como en 1985. Torremolinos acabó anoche de un plumazo con varias décadas de contrasentido. Como así lo aseguró Ojeda. Y es que «no era comprensible que el grupo de Torremolinos con mayor repercusión a lo largo de la historia, con una calle en el municipio y habiendo crecido en la calle Casablanca, llevara tantos años sin tocar aquí».

Durante el multitudinario concierto, en el que estuvieron presentes muchos músicos amigos de la formación, como Roberto Cantero y varios integrantes de los Raperos del Sur, también sonaron los grandes éxitos de Danza, como Sabor de amor, Reina del Caribe y El Club del Alcohol, tema con el que pusieron fin a una noche inolvidable y llena de significado.

Ojeda aseguraba que la cita había sido la más compartida y comentada desde que tiene redes sociales, «incluso más que cuando dimos el concierto del 30 aniversario». Había muchas ganas de que Danza Invisible volviese a tocar en su tierra. Porque el hecho venía a constatar que los tiempos han cambiado para mejor y que el futuro de Torremolinos tiene hoy otro color. Horas antes de subirse al escenario, Ojeda hablaba del concierto como «un acto de liberación». «De hecho, lo he titulado el concierto de la libertad sin ira». Y eso es exactamente lo que fue.