­La vida está llena de secretos. La historia de una chica de 19 años, muy enfadada con su madre y su hermana por un oscuro pasado, que deja Madrid por Londres, es el punto de arranque de Cartas a una extraña, novela que ha encandilado a los lectores de la segunda edición del concurso literario de autores indie, convocado por Amazon. Tanto que su autora, Mercedes Pinto -granadina de nacimiento pero vecina malagueña desde hace dos décadas-, ha alcanzado la final de este joven pero cada vez más ambicioso certamen.

«La peculiaridad del concurso está en que te sometes durante más de dos meses al lector y a su juicio, que además se manifiesta de manera pública. Así que es el lector el que te hace finalista. Y luego un jurado es el que decide entre los cinco finalistas. Han participado más de 1.200 autores de 37 países, y creo que el próximo año habrá muchos más. El requisito es que sea una obra inédita, en español y autopublicada de manera independiente, que se sube a Amazon para que la gente pueda leerlo y descargarlo», explica Mercedes Pinto a La Opinión.

Sobre la trama de esta novela que mezcla una historia romántica con suspense, la autora desvela: «A los 15 años de haberse marchado de casa, muere la madre de la joven protagonista, que tiene que volver a Madrid para arreglar papeles. Entonces, y aunque ella piensa estar solo unos días y regresar con su vida, encuentra unas cartas muy reveladoras que le ayudan a clarificar todo ese turbio pasado, así como a entender la complicada relación que tenía con su familia. Esas cartas, a su vez, dirigidas a su hermana, están escritas por un chico que durante 12 años no recibe ningún tipo de respuesta. Entonces no solo resuelve de alguna manera su pasado, sino que además se enamora de él. Se enamora de un chico del pasado, del que no sabe nada».

«El suspense aparece cuando se descubre que el chico tuvo que huir de España hacia Estados Unidos porque fue acusado de un crimen que no cometió. Es un prófugo de la justicia. Vive allí de forma ilegal, por eso no puede regresar».

La novela, que narra una historia en primera persona y en diferente tiempo y lugar, es el quinto trabajo de esta escritora que dejó la medicina para dedicarse íntegramente a su pasión. «Luché mucho por entrar en la carrera de medicina, me maté estudiando con tres niño pequeños, pero una vez que entré me di cuenta de que no: yo seguía escribiendo, leyendo y dibujando. Así que lo dejé y seguí con lo mío. Y me alegro muchísimo. Desde que empecé a tener un poquito de habilidad ya estaba escribiendo. Siempre estaba con una libreta en la mano», relata. Otra de las cualidades de esta autora es su polivalencia, ya que entre su repertorio se hallan novelas juveniles, románticas e históricas, así como sagas y novela negra.

Escribir es relativamente fácil, transmitir ya no tanto. Cuando Mercedes decidió dar el salto al mundo editorial se topó, al igual que otros muchos escritores, con innumerables barreras. Entonces, le surgió la oportunidad de Internet: «Para mí, las redes e Internet han significado esa puerta que siempre ha estado cerrada. Lo intenté con las editoriales y siempre tuve ausencia de respuesta o la carta predefinida para anunciarte la negativa. Entonces arrancó Amazon en España y me recomendaron que subiese la novela, con la sorpresa de que entró rápidamente an el top 100 y se mantuvo durante un año y medio.. Fue un éxito en países como Francia o Alemania, y fue ahí cuando empezaron a llamarme, porque tenía éxito. Empecé a firmar con editoriales, por lo que ahora soy una autora híbrida. Si me interesa el contrato, firmo; y si no, no», señala.

«Le debo gran parte de mi éxito a los blogueros literarios, que son personas que de forma altruista leen y te reseñan. Este sector cada vez tiene más poder, por decirlo de alguna manera. Hasta tal punto que las editoriales están contactando con ellos para que trabajen en ellas, porque se han dado cuenta de que están ayudando tanto a los independientes que les estamos ganando cada vez más terreno. La verdad es que valoramos mucho lo que hacen», añade.

En cuanto al debate del papel, Pinto piensa que aún quedan años de convivencia y sostiene que lo que deben hacer las editoriales es «reciclarse», ya que los autores «siguen necesitando sus servicios».