Hay mucho más y muy bueno -los cinéfilos esperan como agua de noviembre Anomalisa, por ejemplo- en la agenda de Fancine, pero aquí ofrecemos doce apuestas fundamentales de la programación del festival de la UMA, de la nostalgia kitsch a la bizarrería nipona de primer orden.

Turbo Kid

Fans de Kung Fury y los encomiables artefactos de retrocinefilia de Astron-6, atentos a Turbo Kid, una de las sensaciones del circuito nostálgica cada vez más en boga: ¿serie B que rapiña cumbres ya muy lejanas con no más talento que una fan fiction o una forma de hacer cine derivativa pero talentosa? La solución, en la pantalla.

Deathgasm

Una de esas midnight movies con un notable atractivo, la importancia de la música metal en su propuesta y estética. Quienes la han visto hablan de un Wayne´s World meets Evil Dead protagonizado por un jovenzuelo con maquillaje blackmetalero. De Nueva Zelanda tenía que ser esta abracadabrante locura.

Tag

Lo último que habíamos visto del personal e intransferible Sion Sono es Why don´t you play in hell, su particularísimo homenaje al cine. El autor de Cold fish, que ya tiene pendientes de estreno otras cuatro cintas rodadas esta temporada -una de ellas, Tokyo Tribe, ¡un musical gangsta rap!-, muestra su obsesión por el gore, las braguitas y el estilo hiperquinético.

Wake in Fright

La mina australiana sigue ofreciendo perlas desconocidas a poco que se excave. Ted Kotcheff dirigió en 1971 esta auténtica pesadilla en pleno desierto, una joya alucinada e intrigante no muy lejos del primer Peter Weir o de otra cinta aussie a reivindicar, Next of kin. Para gourmands de lo raro.

We are still here

Una de esas cintas especialmente indicadas para los expertos, para los que se saben las claves del terror más o menos clásico del derecho y del revés. Contada su sinopsis, parece no ser nada especial; en realidad, visto el resultado, tampoco lo es pero todos aquellos que solían terminar sus domingos viendo el Noche de lobos de Juan Luis Goas -y los fans de Barbara Crampton- tienen en este filme un motivo para la moderada celebración.

Wyrmwood

Olvídese de la soporífera The Walking Dead -y su spin off- y busque aquí su divertimento zombi. Porque la también conocida como Road of the dead es una película hinchada de acción, dinamismo y muchísimo humor negro.

Reality

El francés Quentin Dupieux es una especie de David Lynch amable -aparte de un estupendo productor musical: ¿se acuerda de Mr Oizo?-. Sólo a este hombre se le ocurriría hacer un filme sobre un neumático asesino -Rubber- y la búsqueda de una mascota más bizarra de la historia -Wrong-. Con esos antecedentes, y la estupenda Wrong cops, Reality puede ser de traca.

Hyena

Gerard Johnson ofrece aquí otra entrada en un canon a reivindicar, el del noir británico; un filme especialmente recomendado para fans de Nicolas Winding Refn -y su violencia ultraestilizada-, Abel Ferrara -aquí hay mucho de Teniente corrupto- y el Jonathan Glazer de Sexy Beast.

The invitation

Ganó en Sitges, por lo que es probable que sea mejor que la anterior cinta de Karyn Kusama, la cuestionable Jennifer´s Body. Aquí ofrece un thriller de cámara que tiene en su atmósfera tensa y en lenta escalada su principal argumento.

Men & chicken

Anders Thomas Jensen es un simpar autor escandinavo. ¿Recuerdan Las manzanas de Adán? Aquella especie de revisión bizarra del espíritu de la Ealing sigue en el recuerdo de los aficionados avezados. Ahora, se alía de nuevo con Mads Mikkelsen -Hannibal- para otra de sus comedias negras que despiertan sonrisas perturbadoras.

Y de postre...

Y como coda, dos argumentos sólidos más de la programación de Fancine. The assassin es la película que ha devuelto al gran Hou Hsiao Hsien a la primera línea del circuito cineclubero tras unos años lejos de las cámaras. Rara vez se ha hecho una película tan callada y sutil sobre un asesino; también tan hermosa, porque esta aventura del director en las artes marciales -paciencia: esto no es cine de acción al uso- es un espectáculo estético.

Y, para finalizar, The final girls, una especie de The cabin in the woods para el género slasher de los 80 pero, eso sí, con lo meta mucho más evidente y, por supuesto, una especie de aplicación de La rosa púrpura del Cairo a las cosa B. Todd Strauss-Schulson sitúa a un grupo de jóvenes atrapados en una película ochentera en la que deben escapar de un asesino en serie. Divertida, superficial y muy disfrutable.