Siempre me dio la impresión de que en esta ciudad, la suya, a Rafael Pérez Estrada le despacharon, cuando murió, con el tributo obligado que se brinda a todos aquellos a los que no se valora o entiende -vaya usted a saber- realmente. Sí, hay una sala en el Archivo Municipal con los fondos del legado del autor de El levitador y su vértigo, pero poco o nada se ha organizado en torno al autor, ni hablar de poner en marcha la publicación de unas obras completas que tanta falta hacen -la obra de Pérez Estrada fue lanzada de forma tan dispersa que esos volúmenes exhaustivos son más que pertinentes-. Era, repito, una impresión hasta este año: se cumplían los 15 de la muerte del autor y nadie organizó nada, ni siquiera un sucinto acto de recuerdo. Entonces la impresión se transformó en hecho lamentable. Ojalá Silvia Pérez Grijalba tenga más memoria y, sobre todo, manifiesta más cariño hacia la figura de un hombre que, como acertadamente definió una vez Alfredo Taján, «simbolizó la Málaga más cosmopolita, dinámica y avanzada».