­Pocos son los malagueños que no conocen esa letrilla popular del siglo XIX que comparaba la cantidad de tabernas que servían vino en esta bravía ciudad frente a los inexistentes espacios para la lectura. Málaga ha cambiado mucho desde entonces, sobre todo en materia cultural. Pero aquella estrofa sigue siendo tristemente válida a día de hoy: la provincia costasoleña ocupa el penúltimo puesto de España respecto al número de librerías por habitante, sólo por delante de Almería, que cierra el listado. Así lo reflejaba en el último Observatorio de la Librería en España, elaborado en 2014 por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), trabajo que también alertaba de una preocupante realidad: a diario echan el cierre dos librerías en nuestro país.

Por estos y otros muchos motivos, como el imparable avance del comercio online -internet es el canal de venta de dos de cada diez libros que se despachan en España-, la reivindicación de los lugares donde acudimos a comprar novelas, cuentos, poemarios o guías de viaje se hace ahora más necesaria que nunca. Reconocer el papel que juegan estos comercios «como motores culturales y apoyar la figura social del librero» son los objetivos que persigue la quinta edición del Día de las Librerías, iniciativa impulsada por las Asociaciones de Libreros que se celebra hoy en toda España. En Málaga, donde no se han producido cierres de estos establecimientos en los últimos años, son varios los que suman a la fiesta. Luces, Rayuela, Proteo, Prometeo, Áncora, Nazaret, Comic Stores, Libritos... Las librerías de referencia de la ciudad permanecerán abiertas hoy hasta las 22.00 horas y ofrecerán un 5% de descuento a sus clientes. Algunas, además, han preparado actividades para hacer más visible la conmemoración.

Libreros, lectores y escritores de la ciudad coinciden en destacar la frágil situación que vive el sector, aunque a la vez se muestran optimistas sobre el futuro, ya que las librerías malagueñas han sabido adaptarse con éxito a la nueva realidad. «La situación no es fácil. Y no sólo para las librerías: todos los comercios minoritarios nos enfrentamos a un gran competidor, llámese Amazon o internet. Ya no nos podemos conformar con despachar libros, tenemos que crear la necesidad de la librería como centro de encuentro», destaca José Antonio Ruiz, copropietario de la Librería Luces, que asegura que las mejores armas con las que cuentan los libreros son «el tacto y el contacto» con los lectores, a los que se les recomienda, aconseja y ofrecen actividades, como talleres de lectura y encuentros con los autores, para completar y enriquecer la experiencia de leer.

María del Carmen Niño, responsable de Rayuela, recuerda por su parte que las librerías ofrecen algo que nunca podrá ofrecer la red: la experiencia de tener el libro entre las manos y palpar y hojear su interior antes de adquirirlo. «Una librería ofrece, y siempre ha ofrecido, la exposición directa de las novedades editoriales. Eso es lo que nos caracteriza. Pero, además, los libreros somos lectores y generamos afinidades y recomendamos», matiza.

La escritora Silvia Grijalba coincide en la reivindicación de las librerías como espacios culturales. La autora de Tú me acostumbraste recuerda cómo de niña acompañaba a su padre, «un lector empedernido», a la mítica Librería Internacional, en Torremolinos. «Allí, como pasa en las tiendas de discos, se acababa encontrando toda la gente con inquietudes culturales». Lo mismo opina la creadora de Pedrita Parker, Estefanía Martínez, que confiesa que de pequeña sus «excursiones preferidas eran a las librerías». Además, la malagueña señala la importancia de estos establecimientos como lugar de encuentro. «Debo decir que gracias a las librerías conozco a mis lectores».

Enrique del Río, propietario de Áncora, reconoce que las pequeñas librerías especializadas ofrecen algo «muy valioso» a los lectores. «Conocemos las referencias bibliográficas y estamos al tanto de una gran cantidad de reseñas. Y al mismo tiempo sabemos sobre los gustos de los clientes. La especialización y el trato son fundamentales», sostiene, a la vez que matiza que «en Amazon no son libreros sino una empresa multisector». También destaca cómo las librerías se nutren de los trabajos de los editores vocacionales, con lo que ofrecen al lector una gran variedad de referencias gracias a estas pequeñas ediciones.

El ebook no puede con el papel. Hace unos años, la irrupción del libro electrónico hizo temblar las paredes de las librerías de todo el mundo. Pero lo cierto es que «el «apocalipsis que se anunciaba no ha sido tal», reconoce Miguel Ángel Díaz, propietario de Cómic Stores y presidente de la Asociación Feria del Libro de Málaga, que indica que la venta de ebooks se ha estancado. Sus impresiones la corrobora el citado Observatorio de la Librería, que indica que el libro editado en formato digital facturó 110 millones de euros en 2014, lo que representa un 5% del total de la facturación del sector, porcentaje que no se superará en 2015.

Para Miguel Ángel Díaz, el librero es un apasionado de su trabajo y «genera pasión» en sus clientes. Sin este elemento que va más allá de lo estrictamente económico sería difícil entender el oficio del librero. Por ello hoy es el mejor día -aunque lo puede ser cualquiera- para acercarse a las librerías para reconocerle a los libreros su generosidad y su tino a la hora de recomendarnos lecturas y mostrarnos nuevos caminos. Darle las gracias por el tacto y el contacto.