La que hay que ver: No es que sea muy fan de Charlie Kaufman -sus guiones me parecen todos iguales y bastante forzados, aunque, eso sí, hay ingenio y calado-, pero "Anomalisa" (Albéniz, Sala 3, 19.15) es una aventura, a priori, interesante: una película tipo Bergman con marionetas, dicen algunos. A la crítica la vuelve a tener Kaufman comiendo de su mano con este filme pero, recalcitrante que es uno, espero no toparme con muchos de sus cargantes tics de supuestamente inadaptado y rarete que siempre entorpecen sus curiosas historias.

La que puede sorprender: en los primeros cinco minutos de "Wyrmwood" (Albéniz, Sala 3, 23.15) pasan más cosas que en cuatro temporadas de "The Walking Dead". Bien es cierto que Kiah Roache-Turner gusta más del indómito George Miller ("Mad Max") que del papá de los zombis, George Romero ("La noche de los muertos vivientes"). Sin respiro ni reparo (o sea: gore a tope), la película tiene en su frescura y su chispa ese algo que conecta y contagia.

La apuesta suicida: en realidad, ponerse delante de una película de Michel Gondry requiere de tanta curiosidad como valor, porque, sí, "Eternal sunshine of the spotless mind" es (sigue siendo) un pequeño milagro pero "The Green hornet" o "Be kind rewind" serían manchas en el currículum de cualquiera. De ahí que uno se acerque con precaución (y, qué pena, prejuicios) a "Microbe and gasoline" (Albéniz, Sala 1, 20:30, películas de clausura). Confiemos en aquellos críticos que aseguran que este sencillo relato sobre la amistad adolescente es el mejor filme de Gondry desde "Eternal...".