01 «Entropía: equilibrio, ruido y dispersión»Antonio R. Montesinos | Espacio Iniciarte (El Palmeral) hasta el 3 de abril

Si miramos a través de la gran cristalera que hay dentro de sala del Palmeral podemos ver cómo funciona la maquinaria económica sobre la que se sustenta nuestra ciudad, basada en el turismo y los servicios. Por un lado, presenciamos cómo los cruceros atracan en nuestro puerto cargados de turistas mientras que, por el otro, grandes barcos de mercancías dejan sus productos de consumo sin que nos demos cuenta. El ritmo frenético con el que vivimos no nos deja tiempo para pararnos a reflexionar, haciendo que nos movamos casi de manera inconsciente. Ésta es una de las ideas que Antonio R. Montesinos pone encima de la mesa en su último proyecto, cambiando el sentido de un elemento vertebrador de la economía capitalista y de los ritmos a los que ella nos aboca como es el pallet. Este objeto es convertido específicamente para el lugar en algo diametralmente opuesto, un asiento, que nos permite tomarnos en la exposición ese tiempo de pausa que pareciera casi un gesto revolucionario, de contestación a lo dominante. Lo que se aprecia es una disolución de las formas rígidas que imperan en ciertos espacios hasta llevarlas al desorden, un movimiento entrópico en contra del no lugar contemporáneo, auspiciado por Marc Augé. Tanto en la instalación central, Esperar a que todo tiemble, como en las cuatros series de dibujos gráficos Bus (entropía I), Avión (entropía II), Parlamento (entropía III) o Auditorio (entropía IV) esta idea se hace patente tratando de convertir al espectador en cómplice de la propuesta. Para ello se le dan ciertas claves sobre la posibilidad de otro modelo social, con dos obras en las que Montesinos comparte el conocimiento adquirido y al cual podemos acceder libremente como son How to make y You can do your own variations, un videotutorial y un póster respectivamente donde se explica cómo se construye aquello que vemos en la sala.

02 «Contenga multitudes»María Cañas | Galería Isabel Hurley hasta el 26 de marzo

Después del cierre de Alfredo Viñas, Isabel Hurley y JM son las dos únicas galerías comerciales que quedan dentro del panorama artístico de la ciudad con una apuesta comprometida con el arte contemporáneo. En Málaga se han ido abriendo grandes sedes de museos europeos, al tiempo que tenemos embalada la colección de la ciudad, a la espera de apertura, y se deja de lado el apoyo institucional al mundo galerístico, que es el encargado, y dinamizador, de la promoción y difusión del arte que se produce aquí. Este escaso sustento institucional lleva a que un año más no contemos con ninguna galería de nuestra ciudad en Arco, la feria de arte contemporáneo más importante del país, algo que parece inconcebible para una ciudad que se autodenomina cultural. En este contexto, se exponen en Isabel Hurley tres de las últimas videocreaciones de la artista sevillana María Cañas producidas con la ayuda del CAAC. Para ella existen muchos mundos posibles, lo que se traduce en una visión poliédrica ante un imaginario atomizado por los mass-media, que trata de subvertir quebrando los significados direccionales que nos imponen mediante un proceso de reutilización y uso de las imágenes que encuentra en la Red. Lo que le interesa es poner en cuestión esos imaginarios establecidos por la tradición y romper con el irresponsable consumo visual de la sociedad de nuestro tiempo. Una crítica feroz, no exenta de comedia, que ridiculiza el uso excesivo y la importancia que para nosotros tienen las nuevas tecnologías que parecen haberse convertido en una nueva religión. Menos Face y más Book fue una sentencia que pudo verse en una de las paredes de su última exposición en el CAAC de Sevilla. Pues remito a eso, guerra de guerrillas en favor de la cultura y la carcajada.

03 «Celda de emociones»Erwin Olaf, comisariada por Fernando Francés | CAC Málaga, hasta el 1 de mayo

Después de mucho tiempo, vuelve la fotografía al CAC Málaga. En esta ocasión, el que desembarca en Málaga es el holandés Erwin Olaf con una exposición en la que se pueden ver sus últimos trabajos divididos en cinco series, donde además de fotografía, también hay espacios destinados al video y a la instalación. Lo que contemplamos es un retrato exagerado, barroco, de la sociedad del momento, donde lo que prima es, por encima de todo, la imagen que los demás tienen de nosotros. Una imagen que desemboca en un juego de miradas en el que el espectador es cómplice, donde se presenta a un individuo en soledad, lo que se potencia por el escaso roce de los cuerpos que presenciamos en los retratados. No hay tocamiento entre los fotografiados en una búsqueda de la perfección que tan solo se da en la imagen y que parece estar fuera de nuestro alcance. Olaf toma referencias de la pintura holandesa, como se puede ver en sus dos piezas estrella de la serie Keyhole, que recuerdan mucho a los interiores de Vermeer. Se trata de una instalación donde el espectador es voyeur de una escena que ocurre al otro lado de la mirilla; lo que vemos es una habitación donde presenciamos una acción un tanto ambigua, en la que un niño está sentado en el regazo de un hombre mayor. La escena continúa en la mente del voyeur, es decir, en la nuestra.