¿Cómo es el espectáculo con el que está de gira por nuestro país, Como en casa de uno… en ningún sitio?

Es una vuelta al mundo. Cuento lo que nos podemos encontrar cuando viajamos. Es un monólogo de dos horas en las que analizo, por ejemplo, cómo puede ser que a lo largo de toda la Gran Muralla China no haya ni un solo chiringuito, algo tan nuestro, para tomarte una cervecita. Y ¡ojo! que no es chovinismo.

Hay quien piensa que lo mejor está aquí y otros que fuera. Hay que buscar el término medio. Aunque la verdad es que como tu sofá y tus zapatillas no hay nada…

Y los actores saben de lo que hablan.

Claro. Este monólogo es precisamente el resultado de todos estos años viajando.

¿Y dónde se siente realmente más feliz alguien como Santi Rodríguez?

Primero en casa y después sobre un escenario; más incluso que delante de las cámaras de cine o televisión.

¿Es muy diferente el Santi Rodríguez que se sube a los escenarios o de la televisión al que podríamos encontrar en su casa en zapatillas?

Soy un tipo muy normal. Al público hasta lo despido en la puerta para darle las gracias por venir y preguntar qué les ha parecido. Respondiendo a tu pregunta, sí, soy muy diferente a mis personajes. Por ejemplo, con El Frutero, de Siete vidas, no tengo nada que ver.

Ahora que menciona a ese personaje. ¿Le siguen preguntando y reconociendo por él?

Sí, no me queda más remedio que asumirlo. Aunque la verdad es que prefiero que me llamen por mi nombre.

Una de las grandes incógnitas del frutero era, precisamente, su nombre...

Sí y lo tenía, ¡hasta apellido! Ese secreto solo lo sabíamos algunos miembros de la serie, pero eso se vendrá conmigo a la tumba.

Su nombre es sinónimo de humor. ¿No le seduce el drama?

He hecho drama, pero me quedo con el humor. Si puedo elegir, me quedo con la comedia y hacer pasar un buen rato a la gente.

Siempre se ha dicho que hacer reír es más difícil que hacer llorar.

Y, sin embargo, el humor es un género un poquito maltratado por la crítica, pese a que el reconocimiento del público es mayor. No comparto que los premios sean solo para dramas y tragedias. Aunque en realidad, a mí lo que me importa es el público, no los premios.