Escritor, profesor, pero sobre todo malagueño, así se puede describir a Francisco Luis Pérez, que abandonó Málaga hace más de 30 años y después de pasar por Granada, Sevilla, Roma, Pamplona y Madrid, se instaló en la isla donde ha vivido lo peor y lo mejor de su vida, miles de experiencias que ha plasmado en su libro Amores desde Taiwán.

Empezó sus estudios en la Universidad de Málaga, en la primera promoción, donde eligió Arquitectura. Al año se dio cuenta de que no era lo que quería y decidió comenzar Matemáticas, lo que le llevó a trasladarse a Granada, «con mucho frío y lejos del mar», dice Francisco. Finalmente, llegó a Madrid donde estudió Filosofía y Humanidades y acabó su doctorado.

«Y por yo no sé qué casualidades acabé dando clases en Manila y de allí a Taipei, cuando Taiwán era aún una dictadura como la de los años finales de Franco» así describe su llegada a Taiwán, como una casualidad. De hecho, nunca pensó que se quedaría allí, pero la gente , su exótica cultura, y el principal motivo, su esposa, han hecho que 30 años después siga en la isla.

Sin embargo, ni todos los kilómetros que le separan de su tierra han hecho que se olvide de Málaga. «Echo de menos, el olor de las biznagas, el perfume de las damas y galanes de noche, el parque, la Farola, el Paseo Marítimo y la gente: la belleza de las malagueñas», cuenta Francisco.

En estos 30 años en la isla ha desarrollado una labor como docente, principalmente en la universidad de Tamkang, donde ha sido director del Departamento de Español y del Instituto de Postgrado en Estudios Latinoamericanos. Pero a parte de enseñar e investigar, ha realizado una labor periodística que le ha permitido entrevistar a todos los presidentes taiwaneses de la democracia, a muchos presidentes latinoamericanos que han visitado la isla y a otras personalidades.

Además, su condición de periodista le ha permitido vivir experiencias inolvidables tal y como cuenta Francisco. «He tenido oportunidad de encontrarme en Taiwán con Mario Vargas Llosa, a quien enseñé sus libros traducidos al chino de los que no sabía su existencia; a Penélope Cruz, que llegó con su entonces pareja Tom Cruise, y a muchos otros».

Sin embargo, no todas las experiencias han sido buenas. «Cuando llegó el terremoto del 21 de septiembre de 1999, en el que murieron más de 2.400 personas, y fui al lugar del epicentro, casi muero con una colega española venida de Australia para cooperar conmigo en la cobertura de la noticia», recuerda el escritor malagueño.

Además, su vida en la isla no empezó siendo fácil, ya que cuando llegó la gente señalaba a los extranjeros, no había café y no entendía el nombre de ninguna calle, por lo que siempre estaba perdido.

Ahora, no solo hay café sino muchos productos españoles, como las tortas de aceite, y Taiwán se ha convertido en un lugar muy internacional, por lo que nadie señala a los extranjeros.

Desde los 14 años, cuando ganó un premio de poesía en Málaga, Francisco ha estado loco por la literatura. Sin embargo, estando tan lejos de España le costaba integrarse en el ambiente literario de allí.

A pesar de todo, tras un viaje a México, decidió que debía escribir un libro y el resultado es Amores desde Taiwán. «Este libro de relatos como historias de amor contadas al oído, con un sabor oriental, pero escritas con una pluma malagueña», así lo describe el autor.

A pesar de que le debe mucho a la isla, Francisco espera volver a Málaga,«porque a pesar de mi tránsito por tantas culturas y paisajes, sigo siendo un niño nacido en El Perchel, que se emociona con la Semana Santa y las puestas de sol que doran las playas de Pedregalejo como un inmenso tejido metálico ondulado por los aires».