Después de celebrar la primera década de Chambao con 10 años Around The World (2013), Lamari fue en busca del productor Eduardo Cabra (Calle 13) para iniciar la grabación de Nuevo Ciclo, disco visceral en el que la malagueña explora nuevos territorios sonoros. El álbum, que saldrá a la venta el próximo viernes, 8 de abril, cuenta con las destacadas colaboraciones de Jorge Drexler (Dentro de mi pecho), Ara Malikian y Ravid Goldschmidt (La danza del tiempo), Jorge Pardo (Mejor versión), Juanito Makandé (Imagina) y El Kanka (Sin avisar), entre otros.

¿Viene a significar este disco una ruptura con todo lo anterior?

Debo reconocer que cuando me pongo a pensar en un nuevo disco no me planteo estas preguntas. De verdad pienso que no son más que doce canciones que proceden de algún lugar o de alguna experiencia. En este caso, los temas han surgido de varios viajes que he realizado a sitios como Picos de Europa, Cabo Polonio (Uruguay) o Marruecos. No tengo que romper con nada. Soy como soy. He sido así desde que nací y seguiré así hasta que me muera.

Pero no puede negar que Nuevo Ciclo recorre un camino distinto a sus otros trabajos.

El disco anterior -Chambao (2012)- tampoco lo hacía. Y fue la antesala de este nuevo. El nuevo ciclo se refiere al nivel musical. Y es algo que comenzó a surgir en las actuaciones en directo. Es muy difícil casar en el escenario la parte orgánica y física, la de los músicos que tocan sus instrumentos, con la electrónica, ya que las secuencias, los samplers y las programaciones entran dentro de una claqueta. Quería salirme de lo encorsetado de esa parte electrónica y la dificultad de compaginarla en el escenario. En resumen, me harté de la claqueta.

La portada, en la que nos muestra su pecho, parece significar un desnudo emocional.

La portada es un torso femenino y la contraportada es un torso masculino. Y es un guiño a muchas cosas. A mi parte masculina y femenina, que están en comunión; a la coproducción entre Eduardo Cabra, un hombre, y mía. También hace un guiño a que todas las melodías salen desde el pecho. Hay un tatuaje de una gacela que hace referencia a que mi padre me llamaba de chica la gacela de Ciudad Jardín porque hacía atletismo. El reloj de arena y la calavera significan que de alguna manera con el cáncer he bailado con mi muerte... Tiene mucho qué contar este disco.

Todo un viaje...

Lo es. Y está en las canciones y las melodías que hay dentro. Del viaje que te pueda sugerir cada canción. Para mí es un viaje.

¿Ha perdido con el tiempo el miedo a componer?

Con las primeras composiciones es algo que te pasa. Te preguntas si estará bien hecho. Pero luego te das cuenta de que nadie más que tú sabe si está bien o mal. Siempre me he visto muy chiquitilla en ese sentido. Preguntándome si estará bien o no. Pero si te ha salido del corazón, pues ya está. No puedo componer desde una idea premeditada. Compongo desde algo que he vivido o me ha rozado de alguna manera. Eso es lo que me sale a la hora de escribir.

Hace años que Chambao no es un grupo. ¿No se ha planteado continuar su carrera simplemente como Lamari?

Es verdad, sigo llamándolo grupo. Y sigo hablando en plural... Sigo pensando que Chambao sucede dentro de las personas que lo llevan a los escenarios. Es cierto que ahora todo parte de mis composiciones, porque ya no somos varios, estoy sólo yo. Pero sigo diciendo nosotros porque somos nosotros: un grupo de personas que va recorriendo una trayectoria musical. Por eso sigo hablando en plural. Y por eso se sigue llamando Chambao. La realidad del día a día es así: esto no lo llevo yo sola. Chambao nació de un grupo de personas haciendo música. Y eso es lo que sigue pasando.

¿Cómo se vive desde dentro el declive de la industria de la música?

Más que el declive de la industria, lo que creo es que antes había mucho dinero para la cultura y que ahora se ha perdido. Se debería apostar por el crecimiento cultural y artístico del país. Pero no para pagarte un caché. Creo que las bandas y los artistas deben crear sus propias producciones. Soy de los que piensa que el que algo quiere algo le cuesta. Si siempre vas a caché te conviertes como en un niño mal criado. Nunca sabrás lo que cuesta montar un escenario, pedir los permisos, colgar los carteles, imprimir los tickets... Esta profesión tiene mucha tarea porque tiene muchos detalles, pero a mí me gustan todos sus aspectos.

Algo de lo que se quejan muchos artistas: tener que hacer de todo, lo que supone quitarle tiempo a su arte...

No hay una norma. Es lo que cada uno quiera. Nadie te tiene que dictar el tipo de artistas que quieres ser. De hecho a mí me cuesta trabajo llamarme artista. Yo soy una curranta. Yo curro en lo mío, ya sea para cerrar una entrevista o preparar los conciertos. No me gusta ser ese artista estereotipo al que pintan todo el día tomando el sol y bebiendo zumo de naranja. Me parece estupendo quien lo haga. No tengo nada que opinar al respecto. Pero a mí, por mi curiosidad, me gusta aprender de qué va esta profesión. Que va de muchas cosas.

Eso es vivir su arte con pasión...

Me gusta el arte en general. Las películas, el arte cinematográfico, me apasiona. Y muchas canciones salen después de ver películas que te impactan.

¿El cine con Chambao nunca se han cruzado?

Hubo una colaboración, en Diario de una ninfómana. En una escena de esa película suena Respira, del disco Con otro aire (2007).

¿Pero no le han pedido crear una banda sonora?

No me ha pasado. Estoy esperando a Almodóvar [sonríe socarrona] y a Achero Mañas, que tiene mi teléfono. Me encantaría porque es algo que nunca he hecho. Y me gustan los esfuerzos y los retos. Me gusta salir de la zona de confort. Y este nuevo disco va cargadito de eso.