El papel de la Colegiata de Santa María la Mayor como sede e icono de Aqva ha dejado en segundo plano la iglesia del Santo Sepulcro, uno de los templos toresanos que han sobrevivido a la supresión de las parroquias a finales del siglo XIX. Aunque el patrimonio toresano es rico y amplio, la Fundación Las Edades del Hombre ha apostado por esta iglesia que completa una de las aristas de la Plaza Mayor como segundo "salón" de la muestra por su carácter céntrico. La distribución de las piezas -en Toro serán 130 obras de arte sacro- en diferentes espacios es una práctica ya consolidada por los organizadores, que en Zamora ya dispuso en 2001 del Laboratorio y la iglesia del Carmen de San Isidoro como lugares de apoyo a la Catedral, al objeto de construir un relato que logre cautivar al visitante.

Hasta la fecha se ha hablado de las múltiples reformas que ha sufrido el Santo Sepulcro a lo largo de su historia, cambios que impiden vislumbrar el templo original en la actualidad. En cambio, algo más desconocido es su pasado histórico, que coloca la iglesia entre los monumentos que mejor pueden narrar el pasado de Toro y relatar la andadura de la orden del Santo Sepulcro.

La primera referencia del templo, tal y como ha estudiado el historiador toresano José Navarro Talegón, tiene fecha concreta. Es la bula del papa Honorio II, firmada el 4 de septiembre de 1128, en la que aparecen todos los bienes de la orden lejos de Tierra Santa. El antiguo Comisionado de Patrimonio apunta que en esa relación de edificios radicados en Italia, Francia y España, el Santo Sepulcro no es más que una iglesia localizada "en lo que entonces era un arrabal situado fuera de la puerta principal del primer recinto amurallado de Toro", a los pies de la actual Plaza Mayor toresana.

Antes de finalizar el siglo XII, el Santo Sepulcro dio un paso adelante con su transformación en monasterio, emplazado en un lugar de privilegio de la ciudad y sin la obligación de contribuir con impuestos. "Es indudable que el monasterio existía en el año 1195 y que en él residía el prior de España", confirma Navarro Talegón, en referencia a un extranjero de nombre Otger.

Y aquí viene uno de los aspectos más interesantes. Desde la incorporación del monasterio, el templo se convierte en "la cabeza" de la orden del Santo Sepulcro en los reinos de Castilla, León, Portugal y Navarra. En Toro tenía su sede el priorato de España. La etapa de esplendor del Santo Sepulcro alcanzará hasta el 18 de marzo de 1489, cuando Inocencio VIII firma una bula en la que decreta la supresión de varias órdenes -entre ellas, la del Santo Sepulcro- y el traslado de la titularidad de sus bienes a la del Hospital de San Juan de Jerusalén, al objeto de "incrementar sus recursos y servicios militares a la cristiandad en tiempos de inquietud ante las amenazas de los turcos", apunta el historiador.

Del relato histórico se deduce la importancia del templo toresano para la orden, una de las cinco gestadas en Tierra Santa para defender los lugares más sagrados de la cristiandad de las amenazas de los "infieles". Sabido es que el Santo Sepulcro nació en 1099 tras la primera Cruzada y la conquista de Jerusalén, por iniciativa de Godofredo de Buillon. Como particularidad, la orden estaba compuesta por guerreros, pero también por religiosos. El objetivo consistía en proteger los ricos exvotos depositados en los santos lugares de los ataques de los musulmanes y de la voluntad de los cristianos de hacerse con tan preciadas reliquias.