Los DJ/VJ sevillanos Los Voluble y el ilicitano Niño de Elche -responsable de uno de los discos que marcarán la senda del flamenco menos acomodado, Voces del extremo- responden a las preguntas de esta entrevista al unísono, vía email, como una panda verdialera sin alcalde. O quizás no sea tan simple como eso.

En una panda de verdiales es fundamental la figura del alcalde, el que manda, el que tiene la varilla. ¿En Raverdial alguien tiene la vara de mando o hablamos de la primera panda de verdiales auténticamente democrática, por decirlo de alguna manera?

No, alcalde como tal en esta panda no existe, porque no hay nadie que lleve una vara de mando. De manera colectiva hemos creado nuestro propio sistema o estructura que nos permite movernos, con improvisación y cierta libertad, dentro de ella. Así que lo que manda es el sistema que hemos creado de manera colectiva. Esto funciona porque nuestros parámetros de improvisación se han construido de ese modo y ahí es donde hay una serie pivotes que van condicionando lo que ocurre en la acción escénica. Hay momentos que esos pivotes son de vídeo, otras veces son de voz, de guitarra o de ritmos. Este sistema intenta ser democrático pero tampoco queremos caer en la idea de que la democracia en un grupo de música sea la mejor forma de organizarse; todo lo colectivo no tiene que ser democrático.

Miguel Romero Esteo, seguramente quien mejor ha escrito sobre los verdiales dijo: «La repetición conduce al éxtasis y los verdiales son un compendio de tonos en bucle que embelesan». ¿Qué os atrajo, qué os llamó primero la atención de una música, lamentablemente, aún tan secreta?

Pues sin conocer la frase de Romero Esteo nos atrajo precisamente ese trance con las conexiones periféricas y su sentido político. Luego cuando indagamos que en los participantes de los verdiales se autodenominan fiesteros pues nos lleva un poco a la reflexión de que en realidad no es tanto que la repetición sea solo lo que conduce al éxtasis, también está el alcohol, las drogas, la comunidad, el tocar y tocarse juntos, la fiesta en definitiva; todo eso pone tu cuerpo en predisposición a ese éxtasis o trance pero no nos olvidemos que la repetición también puede conducir a otros lugares. No solo es repetir.

¿Qué creéis que pensarían de los verdiales alguien como Thomas Brinkmann o los popes de Maurizio o Porter Ricks o cualquier DJ más o menos anónimo de un recopilatorio de la serie Thunderdome por citar nombres que han hecho del bucle, la repetición y el 4x4 su leit motif?

Se nos hace complicado pensar por los demás, la verdad. Pero si la cosa es comparar el trabajo de todos estos músicos que mencionas es con máquinas y las verdiales es con personas. El error humano está ahí, esa repetición humana, no es la misma que la repetición de las máquinas, vamos que más allá de la música está el contexto que decíamos antes. La verdial no tiene sentido musical sacada de contexto, de la fiesta. Así que a Brinkmann antes de darle un cedé de verdiales le diríamos que conozca el contexto porque si no, no se entiende. Es algo que también pasaba con la música de las raves, solo podían escucharse y solo tenían sentido en el contexto de la fiesta. Pasa con los white labels, esos discos sin ninguna información que pinchaban los DJ. Es decir que pensamos que sin conocer el contexto de una música que se ha hecho para ser escuchada en comunidad, no consiguen transmitir qué quieren contar.

¿Y qué pensaría un fiestero, un verdialero de pro, un alcalde de una panda de Raverdial?

No sabemos, nos conformaríamos con que lo escucharan.

Es curioso que los choques de pandas, que ya no suelen hacerse, tienen mucho que ver con las batallas de gallos del hip hop, por ejemplo. Muchas, incluso, terminaron con muchos fiesteros en la Guardia Civil. El tiempo ha sanitizado mucho todo eso, ha hecho que la electrónica y los verdiales sean mucho asépticos. ¿No sería lo propio que un concierto de Raverdial terminara en un pequeño tumulto más que en una crítica excelente en revistas cool y en conversaciones de intelectuales entre vinitos en locales de moda?

Pues no, no sería lo propio porque Raverdial es un espectáculo, no es ni una rave ni una fiesta de verdiales. Nosotros no intentamos hacer una rave o una panda de verdiales, no es ni una cosa ni otra. Lo que hemos creado está dentro de un contexto determinado, un festival de música electrónica como Sónar, y que por suerte se está viendo y escuchando en otros sitios, pero siempre como espectáculo. Así que las críticas, excelentes o no, las entrevistas, buenas o malas, o las conversaciones, aburridas o palpitantes, forman parte del consumo habitual de un espectáculo. Y bueno, puede también haber un tumulto si quieren los espectadores de Raverdial y seguir teniendo sentido esas críticas, ahora bien si acabar en la Guardia Civil es valor positivo de algo a nosotros nos interesa poco. Los maderos, cuanto más lejos mejor.

Es curioso que Raverdial apenas se haya visto/oído en Andalucía, ¿verdad? Hace poco lo presentásteis en Sevilla y poco más, me temo. ¿A qué lo achacáis? ¿Consecuencia de la institucionalización del flamenco y sus alrededores en la Comunidad, secuela de que las instituciones quieren hacer suya una forma de expresión?

Sí, solo se ha visto en Sevila en el ciclo de Música(s) Contemporánea(s) del Teatro Central y ahora en Málaga, dentro del programa de La Ciudad Demudada. Está claro que Raverdial, de momento, no encaja en las programaciones institucionalizadas del flamenco. Tanto las presentaciones anteriores como las que quedan por hacer ninguna están dentro de un programa de flamenco pero claro, es que a nosotros eso nos parece que debe ser así. No estamos dentro del canon flamenco, que más que institucionalización del flamenco es anquilosamiento del mismo, y es que no nos interesa estarlo sobre todo por esa secuela que mencionas. Las instituciones, muchos artistas, muchos gestores, críticos, flamencólogos y un tipo de público que quieren vender un flamenco anquilosado en el que nosotros no estamos ni por actitud, ni por contenidos, ni por formas de hacer. En ese sentido solo encajamos en programaciones más al margen, nos sentimos un poco en un no-lugar, sobre todo si estamos hablando del contexto andaluz. No pasaría nada si esto cambia y otras orejas se abren.

«No son fiestas», se escucha insistentemente en un pasaje de Raverdial; en realidad, los verdiales son actos de resistencia. ¿Las fiestas de verdiales del Día de los Inocentes, el 28 de diciembre, son de las pocas manifestaciones verdaderamente populares que nos quedan?

No sabemos qué es lo verdaderamente popular pero en cualquier caso todo, y las fiestas del 28 de diciembre, tiene muchas aristas, contradicciones, ambivalentes. El carácter de lo popular que a nosotros nos interesa va más por su capacidad para que nos podamos apropiar de ello, porque sentimos que nos pertenece como muchas otras cosas. En cualquier caso queríamos dejarte claro que lo de «no son fiestas» no es una referencia explícita a las verdiales, forma parte del texto que trabajamos en el espectáculo del colectivo de filósofos tiqqun. Esas conexiones ambivalentes entre la fiesta, la rave, y el sujeto político que enuncia estos filósofos en su Sermon au Raver son las que a nosotros nos parecen interesantes. Lo decimos por añadir un poco de complejidad a la cosa, simplemente.

A la hora de abordar una música como los verdiales que no está en vuestra raíz, ¿os habéis sentido turistas en busca de lo exótico? Recuerdo la diatriba de DJ/Rupture contra Diplo cuando éste empezó a publicar mixtapes sobre música de favelas?

No, no nos hemos sentidos turistas porque los verdiales no los consideramos algo exótico. Todo lo popular, como decíamos antes, forma parte de nuestra forma de entender nuestra cultura, y si todo lo popular para nosotros es aquello que es apropiable y remezclable podemos decir que utilizar estos contenidos o materiales forman parte de nuestra raíz tanto como La Haine, una película francesa que utilizamos algunos planos, como la música electrónica que evocamos en el espectáculo. Trabajamos con la curiosidad y esa curiosidad es la que nos permite hacer lo que hacemos.

Raverdial encierra también una visión particular de Andalucía, de sus contrasentidos, de su relación entre el oropel de las procesiones, por ejemplo, y la autenticidad de lo auténticamente popular. ¿Cuál es la vuestra, como andaluces unos y de Elche, otro?

La verdad es que Raverdial no es algo que hable solo de Andalucía, nos cuesta mucho trabajo la diferenciación que haces entre el oropel y lo auténticamente popular, no sabemos si uno es lo otro o lo otro es uno. Y las raves ¿son populares? The Prodigy forma parte de nuestro folclore ¿sí o no? En Raverdial aparecen Ada Colau, música de Chicago, la Virgen del Rocío y un montón de cosas más de muchos sitios diferentes. Para nosotros, como ya hemos dicho, lo popular en Raverdial está en su forma de hacer, en la remezcla, en la apropiación de materiales, eso es para nosotros lo popular aquí. Todos aprendemos copiando.

Utilizáis Transition de Underground Resistance (Mad Mike), con citas a Boogie Down Productions, para engarzar visualmente la Transición y el actual momento. ¿Qué música le pondríais a lo que nos espera?

¿Lo que nos espera? Haya gobierno o no, porque la cosa estará mareándose hasta el último momento, lo que nos espera podría tener como banda sonora, y perdón por la autorreferencialidad la canción Miénteme, que aparece en Voces del Extremo. No porque sea una canción de Niño de Elche sino porque seguimos pensando que el poema de Antonio Orihuela debe ser leído, y escuchado, en momentos como el actual:

«Miénteme, dime que no oponga resistencia, que/me deje llevar./Miénteme, dime que no estamos al borde del/precipicio,/que este no es el principio del fin./Miénteme, dime que todos lo estamos pasando/mal, que la crisis es pasajera,/que la prosperidad está a la vuelta de la esquina./que no me preocupe por nada, que tu lo/arreglarás todo, que yo lo único que tengo que hacer es votar por ti./Miénteme, viólame, anestésiame,/corrómpome, golpéame, saquéame,/échame a la calle, explótame como antes.»

Y también se nos ocurre qué otra música que puede formar parte de la banda sonora de lo que viene es A One Minute Silence del grupo de música clásica The Planets en su disco A classical graffiti; ese minuto de silencio fue denunciado por los herederos de John Cage por plagiar el silencio de la famosa pieza 4:33´´. Mucho nos queda por reflexionar de todo esto, sobre la propia obra de silencio y lo que implica: preparación para no hacer sonar nada, el respeto que se tiene a la propia pieza, etc.