Esta noche es muy significativa. Esta noche es la consecuencia de tres años de duro trabajo en soledad, en el que cada día de esos meses y años pasados, tenía en mente la noche de este sábado, como alivio y clavo ardiendo cuando las cosas se ponían feas o cuando por ningún resquicio veía salida para terminar el disco. Esta noche es el punto final de un largo viaje y el pistoletazo de salida al arranque de uno nuevo. En el primer momento que se abra el telón de La Cochera Cabaret ya estaremos en otra cosa, en el primer paso de otro sendero que también se avista bastante difícil, pero sin lugar a dudas, apasionante. Esta noche se descorchará los primeros discos compactos a golpe de finas uñas, o dientes afilados buscando una calurosa dedicatoria, fotos de celebración, una celebración contra la rutina, lo gris, una victoria personal contra el destino, un golpe de timón forzado para no llegar a ese puerto donde se estrellan todas las ilusiones, el orgullo de hacer lo que realmente te mantiene vivo y hacerlo con todas tus fuerzas, a contramano y sin las ruedas de refuerzo, ni una mano protectora que facilite todo lo que se ha conseguido.

Esta noche habrá miradas cómplices, con gente que me acuna en el escenario, de disfrute, de «lo conseguiste» y sobre todo miradas de alegría por seguir creyendo en uno mismo y en sus canciones, la fe es una certeza invisible, pero esta noche se hará visible para todos. Los nervios de ver como se llena una sala de gente que viene a ver que carajo has estado haciendo tanto tiempo, de sentir el calor desde el primer acorde. A veces pienso que estoy solo en la mayoría de cosas que hago, pero luego contemplas con la ferocidad que se han vendido las entradas, los mensajes constantes de cariño y parabienes en redes sociales, en el teléfono y cara a cara y realmente me tengo que sentir muy afortunado de levantar la cabeza y ver que no están tan solo como creías y que hay un grupo cada vez mayor de personas que jalean y siguen tus movimientos. Esta noche también será para ellos. También para la familia, que muchas veces no entendía muy bien que me metiera en un berenjenal como este en los peores tiempos económicos de la historia reciente, pero que en ningún momento flaquearon en su apoyo. Esa faraona que me veía muchas veces con la toalla en la mano para lanzarla y decía «tú, tranquilo, que lo que por un lado se cierra por el otro se abre» esta noche también será para ella. La paciencia y la comprensión sin concesiones de mi amor, que en mitad de la producción de este disco conocí y que ha estado ahí apuntalando mis debilidades y mis triunfos, que me ha dado una nueva vida por la que luchar y que esta noche sin duda también es su noche. A mi hermano Manuel Moles que tras más de diecisiete años aguantando historias para no dormir, ha seguido siempre fiel a este que suscribe, por que tenía claro que el día que me quitara esa bata de cola y tomara las riendas de mi talento seríamos imparables, esta noche también es suya. A Candy Caramelo, que no estará por motivos de trabajo y que tan feliz me ha hecho, sin duda en algún momento de la noche cuando busquemos la fórmula de sacar adelante este blues, estará presente. A Diego, Ariel, Niño Bruno... Ésta también es vuestra noche. Y, cómo, no también será la noche de aquellos que nunca creyeron en esta aventura, también parar vosotros es una gran noche, para que luchéis por vuestros sueños, que todo es posible, las energías la focalicéis en vuestro trabajo y no en el de los demás, que de la mediocridad también se sale. Gracias de corazón, en un rato nos vemos en La Cochera Cabaret donde esta frase tomará más sentido si cabe: «Lo malo no es volverse loco; es volverse gris».