Cuenta Irene Oliva que como sabía que el próximo autor que iba a traducir, el norteamericano William Dean Howells -un escritor a caballo entre el XIX y el XX- era un gran admirador de Galdós, «me puse a leer a Galdós y aluciné con la vivacidad de su lenguaje y lo novedoso», y también le sorprendió encontrarse con expresiones como dabuten. «¿Dabuten es tan viejo?, pues sí, viejo», sonríe.

La traductora malagueña de 34 años presentó el pasado martes en la librería Áncora de la plaza de Uncibay su traducción de El viajero de Altruria del mencionado autor estadounidense, un verdadero desconocido en España y que la propia Irene dio a conocer a la editorial Tropo, que finalmente le encargó la traducción.

«Fue un poco por azar, lo descubrí porque aparecía la cita en otro libro que estaba leyendo, me picó la curiosidad y me puse a leerlo», explica. Irene hizo luego lo que ella misma aconseja a todo traductor que comience: «Mi manera de acercarme a las casas editoriales es decirles, este libro es maravilloso, yo creo que lo deberíais publicar, encaja con vuestro catálogo y yo te lo traduzco», ríe.

Y de esta forma, esta traductora formada en la Universidad de Málaga (primero estudió Traducción e Interpretación y luego Filología Inglesa) se ha ido abriendo camino y ya lleva una quincena de obras traducidas tanto de inglés como de italiano. Además, Irene Oliva habla francés y catalán, lengua esta que domina desde que se marchó a vivir hace dos años a Barcelona, donde también ha realizado un máster de Traducción Literaria en la Pompeu Fabra.

En su opinión, de la traducción literaria la dificultad estriba en «ver bien por dónde va el autor» para captar su estilo. Y de William Dean Howells destaca por ejemplo que en El viajero de Altruria, además de una trama atractiva «hay mucha calidad literaria». La obra, por cierto, cuenta la visita a Estados Unidos de un viajero de Altruria, un país imaginario, y su «mirada inocente e irónica» sirve para diseccionar la sociedad de su época. «Es una novela de corte realista pero en la línea de las novelas utópicas que se publicaron en Estados Unidos entre finales del XIX y principios del XX. El Mago de Oz, por ejemplo, es de esa época», explica.

Desde hace año y medio, la traductora malagueña no para de trabajar y es asidua de varias editoriales como Galaxia Gutenberg o la propia Tropo, para la que prepara otra traducción. «Trabajo una media de diez horas diarias, al principio no le quieres decir no a nadie y además porque si no no te salen las cuentas, pero aprovecho para reivindicar que las tarifas deberían ser más altas, eso va en beneficio de todos porque si tienes que traducir menos te vas a volcar en el trabajo que tienes».

Armada de diccionarios digitales y una gran pasión por la literatura, Irene Oliva compagina la traducción de novelas con la de ensayos y trabajos. Sueña con traducir alguna día a la escocesa Muriel Spark -«su primera novela está inédita en español», apunta- pero también del italiano a Italo Calvino y Natalia Gingzburg y desea alguna día traducir a autores franceses. Irene Oliva es la malagueña detrás de las novelas. Lo que leemos en español es, a la postre, su trabajo.