­Hablamos por teléfono con el hijo de un juguetero de Vallecas, el admirador de Townes Van Zandt y Lucinda Williams, el lector de Bukowski y García Montero, el madridista amigo de Xabi Alonso y Rau?l López, el vecino de Villacarriedo (Cantabria), colega de Iván Ferreiro y Xoel López, admirador de Manuela Carmena, doble de Manuel Jabois y jefe de Los Detectives, la banda de la que se siente orgulloso y con la que tocará el 11 de junio en la Sala París 15. Todo eso y mucho más es Quique González, aunque por encima de todo estamos ante uno de los compositores más sólidos del rock español en las últimas décadas.

Oda a la supervivencia, Canciones que reconfortan... Así ha descrito parte de la prensa tu último disco. ¿Aciertan en los titulares?

Me ha salido un disco sangrante, eso es lo que me parece a mí. Y por las reacciones que señalas creo que lo ha sido también para mucha más gente. Es un disco que tiene mucha vida, mucha carne, y me gusta que lo aprecien otras personas. Es la sensación que teníamos cuando lo estábamos grabando. El público está teniendo este tipo de reacciones en los conciertos también.

¿Está siendo un disco agradecido de llevar al directo, por esa emoción que transmite y al haber sido grabado con los músicos tocando en directo en el estudio?

Creo que sí. Eso tiene que ver sobre todo con la banda que lo hemos grabado. Quería grabar el disco con ellos al ver que la gira de Delantera mítica estaba saliendo muy bien y que la banda tenía un color especial. Eso a veces no funciona en un disco y quería comprobarlo. Grabamos un par de canciones antes y funcionaron, así que me acabé de convencer. La interpretación de los músicos en la grabación suma para que el nivel de emoción esté más alto. La implicación y la camaradería se convierten en música y eso se escucha en el disco.

En estos conciertos hay dos incorporaciones a Los Detectives: David Schulthess, que sustituye a Ricky Falkner, y la voz de la canción Charo, Caroline Morgan, que es Nina del grupo Morgan. Está siendo una de las revelaciones de esta gira.

La encontré por casualidad, ni siquiera la conocía. Estaba buscando una voz femenina para "Charo". La escribí precisamente para hacer un dúo entre voz masculina y femenina, al estilo de Emmylou Harris y Gram Parsons, Steve Earle y Lucinda Williams o Johnny Cash y June Carter. La opción que tenía se evaporó y no se me ocurría nadie que lo pudiera hacer tan creíble como Nina. En directo es una apisonadora y la gente la ha adoptado desde el primer concierto. Tiene un carisma brutal. Con David Schulthess pasó igual. Ricky Falkner no podía venir, y le llamé porque había grabado con él algunas cosas con DuMMie, la banda de Álex Serrano, en la que él es pianista. Los dos han encajado como un guante. Son un regalo.

Un regalo y un lujo, porque son siete músicos de gira, casi como la banda de Bruce Springsteen. ¿Los Detectives son tu E Street Band, un grupo que le gustaría mantener por muchos años?

Me gustaría muchísimo. Es la banda que más me gusta de todas las que he tenido, en cuanto a sonido, implicación, camaradería... Somos siete en la banda y ocho del equipo, 15 en total. El otro día fuimos a cruzar un paso de cebra y me asusté. Pensé: «Esto está creciendo demasiado» [risas]. Es un lujo y me siento un privilegiado por poder llevar a esta banda en este momento en el que es tan difícil hacer conciertos.

Por cierto, ¿ha asistido a alguno de los conciertos de Bruce Springsteen en España?

No he podido. He estado a punto de ir al de Donosti, pero he tenido como trece conciertos en un mes y me lo he perdido. Pero vamos, un montón de amigos me han contado maravillas. Es increíble ese tío. El mejor.

El disco contiene referencias culturales como la del CD de El último vals, de The Band [en la letra de Relámpago] o el cantante Lyle Lovett [en Cerdeña], el cantante country y ex de Julia Roberts; y también la Asturiana de Zinc, empresa que menciona en Charo, y que aparece en un cartel en el escenario de la gira. ¿A qué responde este último guiño?

¡Me cayó del cielo! La rima más difícil en vocal es la i. En castellano hay pocas palabra que terminen en i. Estaba dándole vueltas mientras conducía mi furgoneta en la misma carretera [que también cita en la canción], la 634 [entre San Sebastián y Santiago de Compostela]. De Suances a Torrelavega, saliendo de allí, me encontré con un cartel que ponía Asturiana de Zinc, y era justo la rima que necesitaba [ríe]. Además, le daba un toque local a la canción y un doble sentido. Es una fábrica de zinc, pero dentro de la canción puede tener otras interpretaciones. Vivo en Cantabria desde hace nueve o diez años y cada vez te influye más lo que vives allí.

De hecho, en una de las crónicas de sus conciertos señalaban la influencia del «folk cantábrico» en su música. Donde vive debe ser como los Apalaches de Estados Unidos, en plena montaña pero cerca también de muchas industrias.

Sí, tiene un montón de detalles que me interesan: el tipo de gente, cómo se vive en el norte... Te empapas de lo que tienes delante y de lo que escuchas diariamente. Aquello tiene el poder del medio rural y al lado está la zona industrial de Torrelavega y una ciudad señorial como Santander... Tienes muchos sitios distintos donde mirar y que se acaban colando en las canciones.

Cuando ocurrió el incendio de Seseña, ¿se acordó de la letra de Ahora piensas rápido? «Todavía creo que puedes ver arder mis neumáticos», canta...

Sí, lo vi el otro día y alguien colgó la foto en Twitter. A veces suceden estas coincidencias muy cerca en el tiempo. Es parte del misterio y de la magia de las canciones. Me pasó con Dónde está el dinero, ni siquiera había estallado el caso Bárcenas. Mucha gente me preguntó si la escribí a raíz de eso, porque la utilizan mucho en reportajes sobre corrupción, secciones de economía de la radio [la SER] y todo eso...

Una de sus canciones más conmovedoras es La casa de mis padres. «Luchar contra la puta culpa», canta en un verso, aunque has se llevaba usted muy bien con él y que incluso acudía a sus conciertos cumplidos los 80 años...

A veces te despides de la gente sin haber resuelto cosas. No ha sido el caso con mi padre. Con mi madre [falleció cuando Quique González tenía 17 años] sí me pasó, pero con mi padre pude hablar abiertamente de todo. Pude despedirme de él y se fue sin que yo tuviera ningún conflicto con él ni él conmigo. Eso reconforta un poco. El verso es como un reproche por la educación católica. El sentimiento de culpa viene de una educación para mí muy dañina en mi vida y en lo que he visto de la gente. He luchado mucho con eso y sé que es algo que se va a quedar para siempre, aunque lo rechaces, porque está en tu educación. Me cuesta mucho luchar contra ello. Creo que es algo común en mucha gente.

Vive en una casa aislada en la montaña, en el Valle del Pas [Villacarriedo, Cantabria]. ¿Escogió el lugar porque es el contrapunto perfecto de las giras? En momentos de soledad extrema y aislamiento, ¿no ha tenido miedo de que le pase como al personaje de Jack Nicholson en El resplandor?

Siempre he sido un tío solitario, desde pequeño. Era disperso en clase, de los que estaba en su mundo. Me gusta mucho convivir con mi banda, pero necesito quedarme solo también. Llevo nueve de los diez años viviendo solo allí arriba, y está bastante aislado. Si no hubiera aprendido a soportarme y a convivir bien conmigo mismo no hubiera podido seguir viviendo allí. A fuerza de eso estoy convertido a la vida de campo y a vivir cerca de la naturaleza. Solo me hace falta una guitarra, un libro y una cerveza. Siempre he tenido un carácter solitario, pero no huidizo...

Ni huraño.

Ni ermitaño ni huraño, así es.

Dice Miren Iza, de Tulsa, que no les llaman para muchos festivales. ¿Es también su caso, su música no encaja en la oferta festivalera de verano, al menos en los festivales indie?

Yo creo que cada vez se hacen mejor y son más variados en cuanto a estilo, pero tiene razón Miren en que hay un tipo de festivales que son un poco de tendencia. Para algo como lo que puedo hacer yo o Miren, algo más introspectivo o menos festivo, es más difícil que te llamen. Me gusta que lo nuestro se sustente en un público que paga una entrada para verte a ti. Le estoy cogiendo gusto a los festivales, pero también entiendo que el mejor sitio para vernos es en una sala, haciendo un concierto completo. Si tocas una hora en un festival es una muestra de lo que haces. Y tienes ese rollo de que tienes que convencer a alguien. Va gente que no te conoce o no le gustas. Eso lo hace menos agradecido.