Si le preguntara por el perfil de José de Salamanca, ¿qué me diría?

Que era un tipo muy enredador porque parece que muere muy joven. Si la muerte se te acerca mucho amas la vida brutalmente. Es una cosa clásica; los gallegos lo cuentan: en los entierros es cuando empiezan las parejas a tener relaciones sexuales. Digamos que José de Salamanca tuvo la muerte muy cerca en determinado momento, por eso fue muy vital y aprovechó la vida al máximo.

¿A qué se debe el título de su libro?

Si no fuese por José de Salamanca, el Madrid moderno no existiría. Madrid llevaba dos siglos sin moverse; él vino desde Málaga, que era mucho más moderna en aquella época. Flipó con lo anticuado que estaba y se puso a hacer todo tipo de cosas... Yo la última vez que estuve en Málaga fue cuando era José de Salamanca, porque escribo como un actor: me meto en el personaje, escribo así, desde la vivencia. A él le habría encantado el viaje que acabo de hacer en el AVE. Él se fue a Inglaterra para ver cómo era el tren, ya que no había ninguno en España. Creo que es un lujo para Málaga que el Madrid moderno exista gracias a un malagueño. Por eso me han mandado [desde la editorial] aquí en lugar de a otros sitios. Si no fuera por José de Salamanca la capital estaría en Toledo o en Sevilla.

¿Qué es lo que más le ha gustado del personaje?

Lo que más me ha gustado es que era muy inquieto y que no se arredraba ante nada. Hacía todo lo que tenía que hacer. Además, sabía gastarse la pasta: fue muy rico pero porque en el fondo la pasta le importaba un bledo. No cualquiera es capaz de gastársela.

¿Y lo que menos?

Que no consiguiera ser inmortal. Era muy amigo de Alejandro Dumas y siempre le pedía que le convirtiese en un personaje de ficción. Él pensaba que la única forma de inmortalidad era la ficción: Sherlock Holmes o Moriarty no se mueren y nosotros sí. Hasta que no he llegado yo nadie se había dignado a convertir a Salamanca en personaje de ficción; por eso yo estoy contento con él y él conmigo.

Tengo entendido que la novela incorpora elementos históricos y ficticios. ¿De qué fuentes se ha valido para crear la obra?

Lo que hice primero fue coger la cronología, luego me convertí en él. Lo sacaba de mis propios recuerdos. Escribí cuatro meses, hice unas mil páginas en la primera versión y me puse a investigar dónde me había equivocado. No me había equivocado en casi nada. Me sabía hasta los nombres de las novias... Era una cosa alucinante. Como ahora tendemos a demostrar todo científicamente no se puede demostrar que José de Salamanca me haya poseído o no, pero adiviné cosas como que mi mujer, o su mujer, recogía las miguitas de pan de las comidas brutales que le preparaba Emilio Lhardy.

¿Qué acogida ha tenido ante la crítica?

Estuvo aspirando al Premio Planeta, pero ganó mi amigo Lorenzo Silva. Estuvo entre los finalistas de los premios Primavera y Logroño. Yo creo que es mejor así porque gané el Premio Nadal y la repercusión que tuve con Sonríe Delgado no fue tan grande como con este libro.

¿Algún proyecto que tenga en mente?

Tengo un hijo de 13 años, cuando tenía ocho hizo una novela de animales que cambiaban. No cuento demasiado para no desvelarla. Ya voy por la tercera de la serie, que ha quedado alucinante.

Si repitiera en novela histórica, ¿sobre quién escribiría?

Estoy dándole vueltas a Felipe II. Corre por ahí una leyenda muy flipante sobre la relación que tuvo con Juan de Herrera. Tampoco puedo contarle mucho más... Ahora estoy reescribiendo la continuación de Sonríe Delgado. Hice una segunda parte hace años pero o se publican los libros como me da la gana o no los publico.