Ahora que Daredevil está en boca de todos gracias a la magnífica serie de Netflix protagonizada por Charlie Cox, conviene recordar que el superhéroe creado por Stan Lee y Bill Everett estuvo a punto de ser pasto del olvido tras una primera vida en la que no logró cautivar al gran público. El hombre sin miedo apareció por primera vez en 1964, cuando personajes tan atractivos como Spider-Man, Hulk, Capitán América o Los cuatro fantásticos, por citar sólo a algunos pertenecientes al universo Marvel, competían por hacerse con parte de la paga semanal de los jóvenes de medio mundo.

En la comparación, las habilidades del abogado ciego de Hell’s Kitchen -poseedor de un increíble sentido de la orientación y la geolocalización de objetos y personas, además de una forma física extraordinaria- no salió bien parado. A finales de la década de los setenta la publicación de las hazañas de Matt Murdock pasó a ser bimensual, y cuando su cancelación ya estaba sobre la mesa, el joven Frank Miller obró el milagro de su salvación. Posiblemente en Marvel pensaron que dejar al moribundo Dan Defensor -con este nombre le conocimos en España- en manos de un chico de 22 años no evitaría la desaparición del personaje pero serviría de prácticas al historietista en ciernes. Pero lo cierto es que Miller comenzó a labrarse su reputación -hoy mundialmente conocida- gracias al nuevo y rompedor enfoque que imprimó a los conflictos personales y los enemigos de Daredevil. En pocos meses, el diablo rojo recuperó su cita mensual con los quioscos y se hizo con una nueva legión de seguidores. Las razones del resurgir del justiciero invidente se encuentran en las más de 800 páginas del majestuoso tomo Daredevil de Frank Miller y Klaus Janson (Panini Cómics), que compila todas las historietas con las que Miller, ayudado por el entintador Klaus Janson, reinventó al personaje tanto en su estética externa como en la profundidad de su personalidad. El volumen recoge un total de 34 números, que van desde mayo de 1979 a febrero de 1983, a los que se suman dos entregas de los populares What if? de 1981 y 1982, y un destacado material extra en forma de bocetos y entrevistas.

Miller sustituyó al veterano dibujante Gene Colan en Daredevil #158, historieta en la que el hombre sin miedo protagoniza su enfrentamiento final con el Rondador de la Muerte, título que abre este volumen. Inicialmente, el joven colaboró con el guionista Roger McKenzie, pero a partir de la entrega #168 (enero de 1981) se hizo cargo también del guión.

Con el cambio, las viñetas adquirieron una pronunciada estética cinematográfica; los malvados Bullseye, Kingpin y el Castigador (The Punisher) experimentaron una radicalización inesperada, y apareció por primera vez Elektra, una creación de Miller que multiplicó las posiblidades dramáticas de Daredevil -aunque la primera historia de la atractiva asesina a sueldo era autoconclusiva-. Con estos elementos, el historietista transformó para siempre la vida del hombre sin miedo. La huella que Frank Miller dejó en Daredevil es profunda y trascendental, lo que convierte este volumen en la biblia del diablo rojo.