La Fundación Viana, integrada por Cajasur y la Diputación de Córdoba, en colaboración con la Fundación Bilbao Arte, en su deseo de potenciar la cultura y apoyo a los jóvenes creadores y de intercambio de conocimiento, ha concedido una beca artística que, en su quinta edición, ha recaído en la malagueña Victoria Maldonado.

Según ha informado Cajasur, para esta quinta edición de las becas de la Fundación Viana se han presentado solicitudes procedentes de las ocho provincias andaluzas, abarcando las disciplinas artísticas más diversas, como pintura, escultura, fotografía, vídeo, cortometraje, etcétera.

Además de una dotación económica, la joven becada podrá usar temporalmente un espacio cedido por la Fundación Bilbao Arte, para aquellos proyectos que necesiten la utilización de un estudio o taller (grabado, serigrafía, nuevas tecnologías, esculturas, fotografías o plató de filmación), y también disfrutará de un programa paralelo de visitas e intercambios con otras fundaciones y centros culturales de Bilbao, promovido por la Fundación Cultural BBK.

Junto a ello, está igualmente previsto que la Fundación Bilbao Arte recoja la presencia del becado en un catálogo, con las obras que realice allí, y también se mostrará su obra en una exposición colectiva de puertas abiertas.

El jurado ha estado compuesto por el director de la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria de Córdoba, por el director del Palacio de Viana y por el gerente de la Fundación de Artes Plásticas Rafael Botí.

La

Victoria Maldonado, nacida en Málaga (1989), e licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Málaga y actualmente está cursando un Máster en Producción Artística.

Pese a su juventud, ha expuesto en el Museo Municipal de Málaga (2016) y en el Rectorado de Málaga (2015), entre otras muestras y, con anterioridad, obtuvo la beca de producción Iniciarte (Sevilla), y de prácticas y producción en la Real Academia de España en Roma (Italia).

Maldonado ha presentado un proyecto escultórico titulado 'Noventa centímetros de caída', que abordará mediante una serie de ocho dibujos de piedras en barro negro cocido, conformando un cuaderno de campo, aclarando la artista que "el dibujo como documento, un registro de tiempo, lo entiendo como una herramienta para diseccionar mi obra escultórica".