­La serie del verano es, sin duda, Stranger Things, el nuevo pelotazo que mantiene la supremacía de Netflix en esto de los productos catódicos populares. Creada por los hermanos Duffer, la ficción, que ha supuesto el regreso a lo grande de la desaparecida durante años Winona Ryder, es un pastiche del cine de terror y fantástico de los 80 -los fans se devanan los sesos y revisan los capítulos una y otra vez en busca de los guiños más o menos ocultos a películas y series ochenteras-. Pero una parte fundamental del éxito inesperado por muchos de Stranger Things está en la impactante y magnética Once, la niña que comparte poderes mentales con la mítica Carrie de Stephen King, interpretada con una hondura y carisma impropias de alguien nacido en 2004. La responsable de la proeza es Millie Bobby Brown, una niña británica que nació entre nosotros, concretamente en Marbella.

Millie es hija de unos británicos que se asentaron a principios de los años 2000 en la Costa del Sol. Aquí tuvieron a la futura actriz infantil pero pronto volvieron a su país, donde la niña empezó a actuar para no aburrirse las tardes de los sábados. En una de esas clases pasaba por ahí un scout de actores y pronto vio que lo de la marbellí era «instinto interpretativo». A partir de ahí, traslado a Hollywood y papeles en series de televisión tan populares como Modern Family, NCIS y, muy especialmente, Intruders, en la que llamó, y mucho, la atención con su papel de niña poseída por un asesino en serie. Tanto gustó que hasta el propio Stephen King escribió esto: «Millie Brown, la niña de Intruders, es fenomenal. ¿Es mi imaginación, o los actores infantiles son mucho mejor de lo que solían ser?».

Estrellato. Pero, sin duda, es Once la que ha llevado al repentino estrellato a esta pequeña nina británica que no pasa de los 147 centímetros; un papel contundente, que apenas tiene diálogo y para el que hizo algo impensable para alguien de su edad: raparse la cabeza. «Todo el mundo piensa que el mayor reto al que tuve que enfrentarme fue el raparme la cabeza. Pero lo importante era mi personaje e interpretarlo. Y ahí el mayor reto fue que tenía que hablar con mis expresiones faciales, sin palabras», ha comentado Millie.

Por supuesto, el hecho de que la pequeña intérprete naciera entre nosotros no es más que un accidente -nadie dice que Alejandro Amenábar haga cine chileno por haber nacido en Santiago de Chile y ser hijo de padre chileno, por ejemplo-. Millie no recuerda mucho de su estancia aquí, y admite en las entrevistas -como una de hace unos días publicada en el diario El Mundo- que no tiene ni idea de español.

Millie Bobby Brown no es ni mucho menos el único talento internacional con futuro nacido en Marbella. Recordemos que la hija que la cantante Neneh Cherry y el productor Cameron McVey tuvieron en Alhaurín El Grande, Mabel, está empezando a despuntar en la escena del soul y el rhythm n´ blues de Gran Bretaña. Y no nos olvidemos de Danny Ávila, un DJ de apenas 21 años, que debutó en las cabinas de las discotecas light de Marbella cuando era un adolescente y que ahora pincha en el Ultra Music de Miami y es tutelado por el trancemeister más importante de todos los tiempos, Tiësto.