Hay un cierto placer estético, un fetichismo especial, en disfrutar de un buen libro en papel, tal y como diría Enrique del Río. El librero, propietario de Áncora, defiende fervientemente su trabajo, su oficio y su tienda.

«La varita escoge a su mago», le dijo el señor Ollivander a Harry Potter cuando se acercó a su mostrador en La piedra filosofal. Lejos del mundo fantástico del joven mago existe una conexión similar. Cada librería escoge a su lector. Por eso cuando alguien entra en la que le corresponde ya nunca es capaz de olvidarla.

Por desgracia, la escasa tasa de lectura en España -el barómetro del CIS de junio de 2015 refleja que tan solo el 7% de la población había leído más de 13 libros en el último año, mientras que el 34% confesó no haber leído ninguno-, demuestra la dificultad añadida que tienen estos establecimientos para mantenerse a flote.

«La lectura nunca fue un placer mayoritario, siempre ha habido muchos pocos lectores, y ahora seguimos siendo los lectores una inmensa minoría», asegura José Antonio Ruiz, copropietario de la Librería Luces, para dar una explicación al asunto.

Hoy se celebra el Día de las Librerías, una fecha destinada a recordar la importancia que tienen los libros en nuestro día a día y, con ellos, sus tiendas.

«Principalmente recordar que existen unos sitios, que se llaman librerías, que son especiales y que son la puerta que abre el mundo a la sociedad», asegura José Antonio Ruiz para explicar el porqué de este día. «A través de una librería se puede llegar a todo, al mundo de la salud, del teatro, de la ciencia..., todo está en estos pasillos». Rayuela, otra de las librerías destacadas de la ciudad, tiene al frente a Carmen Niño. Ella, como muchos otros, cree que destacar un día en el calendario es importante, pero ¿qué sentido tiene si a los que va destinado, los ciudadanos, no lo reciben como tal o no tienen el interés necesario para disfrutarlos? «Las administraciones tienen que plantear qué quieren hacer con la ciudadanía y hacer programas culturales de formación. Para ser seres pensantes nos tenemos que formar, y hay suficientes medios para ello, aunque no se usen», declara, a la vez que considera que, más importante que esto, es crear de verdad programas que inciten al ciudadano a la lectura.

Pero no todos se suman a la celebración. La cadena la Casa del Libro ha decidido no participar este año, y así lo explica su librero Miguel Molina: «Hemos apostado por el Black Friday, que es más conocido, trae descuentos y va a tener más repercusión en los clientes».

Como si de una nochebuena se tratase, cada librería tiene pensado algo diferente para pasar este día. Mientras la Casa del Libro ha optado por no hacer nada especial, Rayuela apuesta por tener algún detalle con los clientes que visiten hoy su tienda. «Les regalaremos un librito que se ha hecho desde la asociación de libreros y el ayuntamiento, y poco más», comenta Carmen Niño.

Áncora tiene preparada, a las 19.00, la visita de Paco Gómez, un fotógrafo y autor madrileño que presentará a los asistentes su obra fotográfica y su nuevo libro, Los Modlin. «La entrada es libre hasta completar aforo, no hay mucho espacio, pero es lo que tenemos», admite con humor el propietario.

Pero el Centro Andaluz de las Letras ha elegido a Luces como lugar de reivindicación del papel de las librerías a nivel provincial. Allí, a las 19.30 horas, el escritor malagueño Juan Jacinto Muñoz Rengel leerá un manifiesto para recordar el papel social, cultural y educativo que tienen las librerías.

La crisis, el auge de las nuevas tecnologías, la escasez de tiempo libre y los nuevos formatos de venta son, entre otros, los grandes enemigos a los que los libreros tienen que plantar cara hoy en día. «Amazon es uno de los grandes competidores en ventas de libros en papel que hay en España. A la gente le resulta más cómodo comprar por internet», declara el propietario de Luces, quien, además, está viendo sus ventas afectadas por las obras del metro.

La empresa de ventas online ofrece los productos a un precio más reducido que en las tiendas, sin embargo los libreros opinan que su juego no es del todo limpio. «Hay una cosa que el ciudadano tiene que tener en cuenta. Los negocios estamos pagando unos impuestos altos, Amazon, que no tributa en España, lo hace en Luxemburgo y paga un 3%», denuncia Carmen Niño para criticar a este rival.

Para hacerle frente a la ventas directas, no queda otra que ofrecer algo que no puede obtenerse a través de la pantalla: la comunicación entre personas. Ese es el caso de Áncora, cuyo dueño asegura que «el trato es muy personal y muy directo y eso es bueno, aquí se establece una relación no puramente comercial, hay intercambios tanto personales, culturales... tanto los clientes como yo nos llevamos algo más que la compra-venta».

Incorporarse al mundo online es otra opción que muchos libreros también están adoptando. La Casa del Libro ya se está incorporando, dice Daniel Molina. «Tenemos el soporte en internet. El cliente puede comprar por ahí, recogiéndolo aquí, y, si está disponible, en dos horas lo tiene ya en su mano, así que también nos estamos poniendo un poco al día para luchar con esos nuevos competidores».

El libro digital, que apareció pisando fuerte en el mercado, no ha dado el resultado esperado en nuestro país. La piratería ha acabado dominando ese sector. Pero, de una forma u otra, el amplio catálogo de contenidos que se encuentran en la red de manera gratuita -legales o no- está obligando a las editoriales a renovar sus productos, según Enrique del Río. «Ahora han mejorado mucho las técnicas de edición y el diseño, que ha llegado a unos niveles altísimos y los ilustradores o traductores han alcanzado una calidad excelente. Todavía quedan muchas cosas por hacer. Quizás no de producto, sino de que se valore el libro y a la gente que trabaja para él como se merece».

Pero no todo es cuestión de que existan otros formatos de compra o adquisición, también están cambiando los hábitos de vida y las formas de invertir el tiempo libre. «Un grave peligro son los teléfonos móviles, que están de alguna manera robando ese tiempo que se dedicaba a la lectura», comenta José Antonio Ruiz, señalando mientras a un par de chicos absortos en sus teléfonos.

«Si queremos ser una sociedad que no enferme, una sociedad sana, tendremos que autolimitarnos el uso del teléfono móvil. Porque hay que hablar con las personas, observar el paisaje que nos rodea, tenemos que leer libros, vivir la vida real, porque seguimos siendo animales que necesitamos mirarnos a los ojos, oler, necesitamos tener un foco en nuestra vista de más de 30 centímetros», defiende el librero.

A pesar de eso, hay libros y escritores que devuelven la esperanza. «Para el último de Harry Potter teníamos 200 reservas, algo que nosotros no habíamos visto nunca», cuenta el librero de Casa del libro. «El nuevo de Zafón o del Premio Planeta, también se vende mucho. Son los más conocidos y la gente viene directamente a por ellos, para los demás hace falta un empujoncito del librero».

Y, con empujoncito o no, las librerías seguirán abiertas, los libros seguirán escribiéndose y los libreros seguirán diciendo que «lo único que necesitamos es que todos sigáis leyendo».