­­Bajo el título ¿Hacia una ciudad-museo? Actuaciones sobre el medio urbano para una ciudad como recurso pedagógico, Francisco Rodríguez Marín, profesor de Historia del Arte de la UMA, tratará de aportar un poco de luz sobre la a menudo confusa señalética cultural de Málaga y la ausencia de museos que considera fundamentales, como uno dedicado a la propia ciudad y a su pasado industrial. La cita, hoy a las 19.00 horas, forma parte del ciclo Reflexiones para una ciudad educadora en Málaga, que organiza la Sociedad Económica de Amigos del País.

¿Musealizar la ciudad no tiene nada que ver con la cantidad de centros expositivos de Málaga?

El título de esta conferencia se relaciona enseguida con un aspecto polémico, que son los 36 museos que hay en Málaga. Pero mi conferencia no va orientada a los museos: se centra en la ciudad. En cómo cuando visitamos una ciudad tenemos la opción de entrar en inmuebles, monumentos o museos, pero también tenemos opción a callejear. Mi reflexión va encaminada a cómo podemos intervenir en la ciudad para que ese paseo nos pueda reportar también beneficios. Para ello analizo las intervenciones de diferentes ciudades europeas y americanas sobre los elementos urbanos que se han incluido para musealizar la ciudad. Analizo la señalética, que se puede usar bien o mal en cuanto a su diseño, contenido y ubicación; el papel de las nuevas tecnologías, como los códigos QR; la realidad aumentada; los casos en los que se utilizan esculturas urbanas que reproducen la planimetría de una parte de la ciudad para que el visitante pueda ubicarse... Trataré de analizar los aciertos y errores que se han cometido en otras ciudades y expondré de qué forma estas cuestiones pueden proyectarse en Málaga.

¿Trabaja Málaga en esa labor a la que alude?

A mi modo de entender, creo que no. Se está interviniendo de manera puntual en hacer museos, pero falta una visión global. Por ejemplo, si analizamos la señalética, las señales que dan información cultural o de orientación, en lugar de tener un único modelo, en Málaga coexisten varios, lo que provoca confusión al visitante. Lo ideal es que exista un solo modelo y diseño que sea óptimo; que contengan información de manera atractiva y que no distorsione la calidad estética del centro histórico; que incluyan a todos los posibles receptores de información, con textos en braille; que se presente de manera reducida con códigos QR... Otra fórmula que se ha utilizado en otras ciudades es presentar la información a nivel pavimento, para reducir el impacto.

¿Cree que se ha analizado lo suficiente la proliferación de museos a la que estamos asistiendo?

Al turismo cultural de Málaga no lo sustentan los 36 museos de la ciudad sino unos cuatro o cinco que actúan como gancho. El resto de los museos no perjudican, porque una de la cualidades de los museos es que no compiten entre ellos. Por ejemplo, el Museo Automovilístico ha salido beneficiado por la apertura del Museo Ruso. Otra cuestión a tener presente es que no todos estos espacios alcanzan la categoría de museo, lo que lleva a la confusión. Está muy bien que el visitante tenga la opción de entrar a una casa hermandad de una cofradía o visitar la colección de tauromaquia de un señor. Eso diversifica la oferta, pero no son museos. Un museo es otra cosa. Desvalorizar el concepto de museo no es una buena pedagogía. En Málaga estamos transmitiendo una información falsa. El boom turístico de la cultura necesitaría de una visión crítica y globalizada: hay museos en Málaga que aunque funcionen bien a nivel de público podrían estar en cualquier otra ciudad. Y sin embargo echo de menos una serie de museos clave.

¿Cuáles serían esas ausencias?

A mí modo de ver, Málaga no cuenta con un museo de la ciudad, algo imprescindible. Lo que hay en la Coracha es el Museo del Patrimonio Municipal, que pone en valor la colección municipal de arte y patrimonio. Pero Málaga no tiene un museo de sí misma, como tienen Roma, Londres o Dublín. Un museo en el que se retrata a sí mima: su historia, evolución, crecimiento urbanístico, sus esencias culturales... En ese museo tendría cabida desde la partida de nacimiento de Picasso hasta una biznaga o un espeto de sardina, que son señas de identidad de la ciudad. Yo le habría dado preferencia a este museo antes que a otros. Y también, aunque en menor medida, echo en falta un museo dedicado a la industria malagueña, que tan importante fue a mediados del siglo XIX.

¿Cree que lo que se busca son los museos superventas?

Se buscan cifras a corto plazo. Y no se debe olvidar que un museo es una institución educativa. No es una atracción para el turista. Nosotros nos educamos y formamos a través de los museos. Está muy bien que generen actividad económica y que creen puestos de trabajo, pero tenemos que plantearnos para quién hacemos los museos. Para los ciudadanos o para que los turistas llenen los hoteles.