Han tenido que pasar más de veinte años para que los malagueños conquisten el histórico edificio de la Aduana, un espacio que ya formaba parte de la historia y del paisaje de la capital y que este martes se convirtió en un integrante más de la oferta cultural de la ciudad. El Museo de Málaga ya está abierto y los más madrugadores fueron los primeros en pasear por sus instalaciones.

«Llevo aquí desde las 7 de la mañana porque no he dormido en toda la noche. Me hacía mucha ilusión y no quería perderme la oportunidad de ser de los primeros en vivir este momento histórico». Federico Rodríguez Pedrosa esperaba pacientemente en la entrada del Museo de Málaga, deseoso de que abriera sus puertas. Se define como «malagueño hasta la médula, más que Banderas». Él fue el primero en pasear por las instalaciones y en contemplar las 2.000 piezas de Arqueología y las más de 200 piezas de Bellas Artes de las que dispone el Palacio de la Aduana.

Junto a él una treintena de personas más como Jesús Tarabia y Mari Ángeles Galiano, dos alicantinos que cambiaron su fecha de estancia en la capital para visitar el centro. «En cuanto salgamos nos vamos, ya tenemos las maletas en el coche aunque volveremos para verlo con más tiempo», comentaron. A las puertas del histórico edificio también se encontraba Rafael Martínez, presidente de la Asociación Amigos del Museo. «Después de la inauguración del lunes, hoy vengo a regocijarme. Este es un acto muy simbólico e importante. Hoy es el día de verdad», aseveró. Su acompañante, Enrique Cerezos, añadió que los malagueños tienen poca objetividad a la hora de decantarse por alguna de las muchas piezas que componen el Museo de Málaga. «Forman parte de nuestros recuerdos», dijo y destacó la escultura de Manolo Ramos, Mendiga Canaria.

Otros, como Miguel Cano iban para recordar. «Yo vi parte de la colección cuando estaba alojada en el Palacio de Buenavista. Tenía mucha ganas», decía. Por su parte, Alfonso Rodríguez o Nani Van Der Voorde querían sorprenderse. «El planteamiento es constatar la belleza de la reforma arquitectónica, pasear por el almacén, que es una gran peculiaridad del edificio y a partir de ahí, estudiar y volver para apreciar cada una de sus piezas», aseguraron.

Cristina Márquez o Francisco Cerezo también aprovecharon para pasear por el patio minutos antes de acudir a sus puestos de trabajo. «Llevamos tiempo escuchando hablar de esto, nos hace mucha ilusión», señalaron. María Isabel Bueno y Francisco Galán, por su parte, tienen establecida la fecha de retorno a Cáceres. «No sabemos qué obras hay pero estamos abiertos a cualquier cosa». Pepe Grimaldi, sin embargo, no viene desde tan lejos, a las 8.30 horas aguardaba a las puertas del Museo de Málaga tras viajar desde Estepona. «No sé lo que me voy a encontrar pero imagino que veré un tesoro», sentenció.

A las 9.00 horas los primeros de la Aduana entraron al centro y fueron recibidos por su directora, María Morente, el delegado de Gobierno, José Luis Ruiz Espejo y la delegada territorial de Cultura, Monsalud Bautista que, conscientes de la importancia del acto, invitaron a todos a disfrutar de la historia de Málaga y del edificio que ya está abierto al público. «Este museo está en el corazón de la ciudad pero también en el corazón de los malagueños», comentó Ruiz Espejo. Asimismo, Bautista destacó la relevancia histórica de la apertura del Museo de Málaga. «Fue algo imprevisible en aquel tiempo, los malagueños se lanzaron a las calles y exigieron que la Aduana fuera un museo», dijo. La responsable de la institución confesó que aunque no tienen estimaciones del número de visitas esperan «bastante público» y estableció los inicios de 2017 para el comienzo de las exposiciones temporales que se nutrirán de muchas de los museos con los que colaboran, entre ellos el Museo del Prado. A las 13.00 horas 1.000 personas habían paseado por el majestuoso patio de la Aduana y a última hora de la tarde 2.528 visitantes habían sido recibidos por la escultura de la Dama de la Alcazaba y se habían asomado a la historia y al patrimonio de la provincia, según la Consejería de Cultura. Ellos ya tienen el edificio en sus retinas.