La cantante y actriz Debbie Reynolds, madre de Carrie Fisher, ha muerto este miércoles a los 84 años, solo un día después de que su hija falleciera a causa de un infarto. Amigos, compañeros y admiradores de Reynolds la describen como un icono, una inspiración, y una de las últimas estrellas de la edad de oro de Hollywood.

La actriz sufrió una apoplejía que le llevó a ingresar en un hospital de Los Ángeles, donde finalmente falleció. Su hijo, Todd Fisher, declaró a Variety que Debbie "quería estar con Carrie". Reynolds fue una de las grandes estrellas del cine de los años 50 y 60 gracias a películas producidas por la MGM, como el clásico de 1952 Cantando bajo la lluvia o Molly Brown siempre a flote, el filme de 1964 por el que Reynolds llegó a estar nominada al Oscar a la mejor actriz.

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Personas cercanas a la actriz, como el director e intérprete Albert Brooks, que protagonizó con Reynolds Las manías de mamá, define a la actriz como una "leyenda". "No puedo creer que esto haya sucedido justo un día después de lo de Carrie", escribía Brooks en Twitter. Carl Reiner, quien trabajó con Reynolds en Un muerto recalcitrante y la dirigió en Hay un muerto en mi cama, se encuentra "conmocionado", por la muerte de estos dos "iconos", de las que asegura, le encantó trabajar con ellas.

William Shatner la define como "una de las últimas de la realeza de Hollywood". Otras personalidades de Hollywood, como Mia Farrow, Zoe Saldana, Debra Messing o Bette Midler también han mostrado sus condolencias en las redes sociales por el fallecimiento de la actriz.