Con su último disco consiguió situarse como la artista 'indie' más escuchada en Spotify.

La verdad es que cuando me lo dijeron no me lo creía y lo pregunté en mi sello. En un principio, no me entraba en la cabeza teniendo en cuenta a tanto grupo gordo en nuestro país de la escena independiente. Al final, analizando los datos, percibimos que la cifra de oyentes la tiraban hacia arriba todos mis seguidores de México. Tampoco sabría decir por qué he tenido tanto éxito allí. Solo puedo hablar de la gira que llevé a cabo por ese país y es cierto que la gente es muy amante de la música y te reciben de una manera especial.

México, Japón, diferentes países de Europa... ¿Qué ha sacado de todas esas experiencias a nivel internacional?

Pues la verdad es que bastante. Te enriquece culturalmente y a mí, por ejemplo, me inspira muchísimo. Me encanta escribir canciones mientras viajo en un tren o en un avión, o tras una interesante conversación con alguien en un país totalmente diferente al tuyo. Sacas el móvil, anotas una idea en el bloc de notas y de ahí puede salir un temazo.

¿Han cambiado sus ilusiones en este tiempo?

Sé que suena contradictorio, pero las ilusiones siguen siendo iguales y a la vez diferentes. Aunque se basen en seguir haciendo lo que me gusta y lo que me hace feliz, el qué me hace feliz es lo que más cambia. Sigo amando la música pero sobre todo porque me tranquiliza, y estar tranquila es lo que más se acerca a la idea que tengo de plenitud.

Ante tanta crisis musical, ¿se siente una superviviente?

La verdad es que soy de las que no se puede quejar pero tampoco estoy en una multinacional. Por ahora, solo me dedico a la música por lo que sí, soy una superviviente.

Dispone de tres discos en inglés. El próximo ha comentado que será en castellano. ¿Lo tiene claro?

Es cierto que lo que voy escribiendo actualmente es en castellano y me estoy sintiendo bien. Me parece algo fresco aunque a la vez complicado. Es indagar en un mundo nuevo. Desde pequeña mi lengua, a la hora de componer y cantar, era el inglés. De hecho, cuando pienso en música, pienso en inglés. Siempre bromeo con el título del disco de otro artista, que era algo así como «El siguiente será mejor». Llamaré de esta manera el mío si no me convence (risas). Es complicado pasar al castellano para que no suene demasiado meloso o comercial, o excesivamente raro. Al final haré lo que me salga, sin pensar tanto en qué le gustará a la gente. Considero que es la clave.

Tras casi una década de trayectoria entiendo que ya tiene los suficientes galones como para hablar de lo que ocurre a nivel musical en España...

La industria sigue en un momento de cambio, de adaptación a las nuevas tecnologías y a las nuevas formas de consumo. Del vinilo y el cedé estamos pasando al streaming. Con este contexto, las discográficas y las plataformas de streaming están abocadas a ser aliadas. Los consumidores tenemos que asumir ese cambio, que no tiene por qué ser negativo. Lo malo es esa mayoría que cree que ese giro supone que todo lo que se sube a Internet tiene que ser gratis, lo que ya nos lleva al terreno de desvalorizar al artista, cuyas creaciones tienen un trabajo. Yo soy de lo físico y lo virtual. Guardo los discos que me gustan en la memoria del Iphone pero también compro vinilos, ya que no quiero olvidar de dónde viene la música...

¿Como artista, cómo lleva el tema de las redes sociales?

Me parece guay tener un vínculo con mis fans a través de las redes. Hace poco pregunté en un post qué quería la gente que subiera a mis cuentas y muchos empezaron a solicitar que los libros que estuviera leyendo, la música que escucho, etc... Me pareció interesante aunque es estar actualizada es algo que me cuesta. No obstante, entiendo que es más importante dedicarle más tiempo a componer una buena canción que a contar toda mi vida en las redes. Al final es lo que más va a valorar de mí el público.