­Aitana Sánchez-Gijón confiesa que siempre huyó de los monólogos «como de la peste». Sin embargo, atrapada por la necesidad de volver al que considera «el papel de su carrera», vuelve a subirse a los escenarios tras un año en el que ha colaborado en series tan mediáticas como Velvet. Lo hace para reencarnar la fuerza de un personaje clásico, esta vez, con la única compañía del público y bajo la dirección de Andrés Lima.

Antes de comenzar la obra suele explicar al público las razones que le llevan de nuevo a representar a Medea. ¿Qué les dice?

Es una breve introducción en la que les cuento que la idea de interpretar a Medea nace de la propuesta del Teatro de la Ciudad, dirigido por Andrés Lima, que ha estado girando durante casi un año. Después, la Universidad Menéndez Pelayo me propuso volver a interpretar al personaje. Yo sentía que el texto me sobraba porque ya me lo sabía de memoria. Le explico al público que lo que voy a hacer es una dramatización con algo de lectura y que la idea de hacerlo surge de la necesidad de saber algo más del personaje. Luego les cuento el mito de Jasón y los argonautas para que se adentren en la historia.

¿Qué es lo mejor y lo peor de estar sola en el escenario?

Estar sola en el escenario es un peso grande y eso es quizá lo que más me disgusta. Pensé que iba a estar más liviana, pero lo cierto es que estoy haciendo un monólogo, que es algo de lo que yo he huido toda mi vida como la peste. He llegado aquí sin darme cuenta e interpreto no solo a Medea sino al resto de personajes. Por lo que no tengo un respiro, debo fraccionar la energía y no perder la concentración. Lo que más me gusta es la sensación de que eres tú quien conduce el barco y tengo esa complicidad con el público que agradezco mucho.

¿Qué es lo que más le sorprende de la personalidad de Medea?

Lo que más me llama la atención es que Medea encarna la fuerza de la naturaleza; es capaz de darlo todo y destruirlo al mismo tiempo. Esa pasión le condena a lo más terrible y se siente completamente destruida. Es capaz de cometer los crímenes más sangrientos por venganza hacia su pareja.

¿Tiene algo en común con su personaje?

Espero que no. Pero sí es cierto que para llegar al epicentro del dolor de Medea he tenido que trabajar esa sensación de desgarro y el sufrimiento que te produce el amor. Ese que te hace perder el sentido de lo que está bien y lo que está mal. Lo que suele hacer la gente es reprimir esos sentimientos. La vida está llena de Medeos, sobre todo, pero también hay Medeas.

Dejó de interpretar este personaje durante un año y ahora lo recupera. ¿Cómo se encontró con el personaje en esta nueva ocasión y cómo había cambiado usted?

Para mí Medea sigue siendo un misterio, y por eso tengo que volver a ella. Es lo que tienen los mitos griegos, que reflejan el arquetipo del pensamiento colectivo. Cuando volví a ella la emoción me brotaba de la misma forma que lo hacía un año atrás. Pero al estar sola se me hace mucho más duro. Tengo la sensación de subir una montaña continuamente.

¿Qué espera del público malagueño?

Espero que les guste la obra y que se sienten en mi barco. Quiero poder contagiarles todo lo que siento cuando represento a Medea. Sobre un escenario estás sola ante el peligro y es donde hay más magia porque se necesita la complicidad del espectador.

El sábado se celebraron los Goya. ¿Cómo encontró el cine español?

Se hicieron buenas películas y los espectadores están respondiendo, sin embargo tan solo 17 de las 120 nominaciones fueron para mujeres. Los Goya son un reflejo de nuestro cine, donde la presencia femenina es muy reducida y eso da que pensar. Las películas dirigidas por mujeres tienen menos presupuesto, casi un 30% menos, y los salarios son reducidos, incluso los personajes femeninos son escasos . Si se diera más cabida a las mujeres podríamos contar historias desde nuestro especial punto de vista.