Un lugar de tránsito como la escalinata del Centro Pompidou de Málaga es el espacio en el que el artista José Luis Puche ha jugado con la teoría del no lugar, enunciada por el antropólogo francés Marc Augé, en la intervención artística "Papá", que se inaugura esta tarde.

"Cuando di rienda suelta a mi proyecto, partí de la base de dónde estaba, en un lugar que realmente no es un espacio expositivo, por lo que tenía que salir de mi zona de confort, que es el dibujo bidimensional", ha explicado hoy a Efe Puche, cuya intervención está incluida en el MaF (Málaga de Festival), el ciclo de actividades previas al Festival de Cine en Español de esta ciudad.

Sin embargo, el artista, cuyo proyecto fue seleccionado por una comisión integrada por representantes de los Centros Pompidou tanto de París como de Málaga, quería seguir en el ámbito del dibujo, pero "diseminado" a través de esta escalinata, y comprobó que encajaba con esa teoría del no lugar.

"Augé decía que los no lugares eran espacios de tránsito por los que iba a alguna parte mucha gente, pero esas personas nunca llegaban a confluir, por lo que eran espacios deshumanizados", ha señalado Puche.

A continuación, quiso humanizar ese espacio "a través de un retrato que llevase a la memoria y al recuerdo colectivo", y lo encontró en la figura de su propio padre, fragmentado en múltiples piezas colocadas en la contrahuella -el plano vertical- de cada peldaño.

"Logro esa memoria colectiva con la figura del padre, que es algo universal", ha afirmado el artista, que ha resaltado el hecho de que la obra está hecha "ex profeso para este museo y encaja perfectamente a nivel tectónico dentro de la escalera".

Puche ha utilizado la contrahuella "como espacio transparente o translúcido" y la huella -el plano del peldaño donde pisa el pie- como la persiana a través de la que su padre observa al espectador, que verá la obra cuando se vaya del museo".

Al sorprendente resultado se ha llegado después de un laborioso proceso, con un estudio previo antes de pasar al dibujo, en el que el artista ha debido crear una anamorfosis (dibujo o pintura que está deformada de tal modo que recupera su imagen sin deformaciones al mirarla desde un determinado ángulo) de la imagen de su padre para deformarla y conseguir ahora esta perspectiva, y también construyó una maqueta a escala 1:20 de la escalinata del Pompidou.

"No sabía cuál sería el resultado final hasta que lo he instalado", ha admitido Puche, que fue fiel a su trayectoria y creó el dibujo con carbón graso sobre papel.

"Cuando acabo el dibujo, le doy una capa de agua, y al mojar el papel y el dibujo se dilata y empiezan a salir unos registros muy orgánicos sobre los que sigo trabajando", ha explicado.

Pese a haberle llevado tanto trabajo, Puche es consciente de la naturaleza probablemente efímera de esta intervención en la escalinata, que se realizó por primera vez el año pasado, en aquel caso a cargo de José Medina Galeote.

"Siempre te gustaría que fuese algo más, porque esta obra está hecha para esto y no sirve para otro sitio, pero como trabajo es algo que tiene mucha repercusión y a nivel internacional es importante", ha señalado el artista, que la próxima semana expone en la feria de arte contemporáneo Scope de Nueva York.