«Un teatro es una ciudad con alas. Un teatro es mucho más que un soporte físico para la emoción; es, por sí solo, la misma emoción». Las palabras de Pedro Aparicio, el alcalde que salvó al Teatro Cervantes de la demolición, sirven de inmejorable prólogo a la celebración, esta tarde, del trigésimo aniversario del coliseo malagueño, reinaugurado tal día como hoy hace tres décadas por la reina Sofía. Aquel 6 de abril de 1987, Málaga iniciaba su decidido abrazo a la cultura. La explosión que hoy vive la ciudad no podría entenderse sin el papel que durante treinta años ha desarrollado el Cervantes: el escenario desde el que Málaga empezó a batir sus alas y lugar desde el que comenzamos a tener «la luna a nuestro alcance», como acertadamente expresó Aparicio en el libro conmemorativo publicado con motivo de aquella inauguración.

El primer Cervantes

Fue el 17 de diciembre de 1870 cuando el Teatro Cervantes, construido en el mismo solar que antes ocupaba el Teatro Príncipe Alfonso, que fue pasto de las llamas en 1869, abrió sus puertas gracias al impulso económico de una burgesía malagueña pudiente -a la que se le conoció como la oligarquía de la Alameda- y aficionada a las artes escénicas. El arquitecto municipal Gerónimo Cuervo fue el encargado de su diseño y la pintura que decora el techo, Alegoría de la Historia, Industria y Comercio de Málaga, fue obra del pintor valenciano Bernardo Ferrándiz, que para ello contó con la colaboración de Antonio Muñoz Degrain. La sinfonía Guillermo Tell, de Rossini, sirvió de banda sonora de aquel acto inagural. Durante sus primeras décadas, el teatro ofreció innumerables representaciones de comedias y recitales de ópera y copla. Pero tras vivir unos años de gloria, llegaron la guerra y el abandono, lo que relegaron su uso a la proyección de películas. A principios de los años 80, el Cervantes era algo similar a lo que hoy es el edificio de cine Astoria, un lugar ruinoso y cobijo de personas sin techo. Un espacio luminoso sumido en la más triste oscuridad.

Compra y recuperación

Una mañana de 1982, el alcalde Aparicio se vio conmovido por un titular en la prensa: «La comisión de Gobierno dará hoy licencia para demoler el Cervantes». Tras el impacto de saber que esa comisión estaba presidida por él mismo, el regidor inició el arduo proceso de adquisición del inmueble para su recuperación. El 14 de enero de 1984, el Cervantes pasó a ser de titularidad municipal. El arquitecto Jorge Seguí se puso al frente de una restauración en la que se añadieron nuevos camerinos, se espaciaron las filas de butacas y se amplió el foso. Además de rehabilitar la carpintería, la estructura de la cubierta y restituir los elementos decorativos, Seguí aceptó el empeño personal del alcalde de tapizar la sala de azul, color que desde entonces identifica y distingue al coliseo malagueño del resto de teatros del país. La batuta de Octav Calleya dirigió a la Orquesta Sinfónica de Málaga aquel 6 de abril que hoy se conmemora y en el que sonó con certeza La creación de Haydn.

Aniversario

Desde ese día, el Cervantes ha sido el faro de una ciudad que se ha hecho culta gracias a su actividad, entre la que hay que destacar las veinte ediciones del Festival de Málaga. En el vídeo que hoy precederá al concierto de la Orquesta Filarmónica -que interpretará Un réquiem alemán, de Brahms-, se podrán observar, además de fotografías de las obras de rehabilitación del teatro, los grandes nombres que lo han visitado: Montserrat Caballé, Les Luthiers, Cristina Hoyos, Ray Charles, Chavela Vargas, Carlos Álvarez, Van Morrison, Julio Bocca, Patti Smith, Lou Reed, Víctor Ullate, Enrique Morente, Melody Gardot o Diana Navarro. Varias visitas guiadas y una foto de familia con los distintos gerentes del Cervantes a lo largo de su historia completan las actividades programadas para este cumpleaños feliz que viene a recordarnos que es posible volar.