01 'Aquí murió Picasso' (Alianza Francesa). Eugenio Merino

Comisariado por los interventores

Málaga no siempre ha sido una ciudad que ha vivido única y exclusivamente del turismo, de hecho llegó a ser una de los grandes centros industriales del territorio nacional hasta no hace mucho. Todavía se conserva parte de esta herencia en la capital, vestigios arquitectónicos, con chimeneas de ladrillo que formaban parte de los altos hornos y la central eléctrica, el edificio de la antigua Tabacalera, vías de ferrocarril ahora en desuso, que cruzan la carretera de la costa y que servían, sobre todo, para el movimiento de mercancías, y el puerto, que en 1765 fue autorizado a comerciar con las colonias americanas en una época donde tan sólo Cádiz disponía de ese privilegio. Ecos de una revolución industrial llevada a cabo por las aristocráticas familias de negocios como los Heredia, los Loring y los Larios que dista mucho del modelo económico actual basado en la explotación turística y la especulación inmobiliaria. En 1881 nació en un edificio de una de las esquinas de la plaza de la Merced Pablo Picasso, lo que ahora es la Casa Natal. Pasaría en la ciudad sus 10 primeros años de vida para después terminar asentado en Francia donde murió y donde descansan sus restos en el castillo de Vauvenargues. Actualmente la fórmula económica por la que apostó el ayuntamiento de la ciudad conjuga turismo y cultura, mezclándose la figura de Picasso con el sol y la playa.

Podríamos decir que es en torno a la figura del artista sobre la que se construye el entramado cultural que soporta la ciudad ejemplificándose todo ello con el surgimiento de un museo en su nombre. En Málaga existe un museo Picasso, una fundación Picasso, la colección del nuevo Pompidou que gira en torno a la figura de Picasso y también una sede de la Alianza Francesa donde ahora mismo descansan los restos de Picasso. Aquí murió Picasso es un punto de vista irónico que señala con malicia y obviedad el turismo de masas que infecta a la ciudad de Málaga y que, en palabras del artista, «amenaza con convertirse en un problema como en Barcelona», debido al crecimiento desmesurado y al conflicto que supone para el ciudadano que tiene que vivir aquí.

La figura de Eugenio Merino, artista perpetrador de este proyecto, es conocida por el revuelo que sus proyectos causan y que exceden el propio marco expositivo. El ejemplo más conocido fue su idilio con Francisco Franco, cuya relación comenzó con la creación de una escultura del dictador criogenizada que fue presentada en ARCO hace algunas ediciones. La consecuencia de este trabajo vino a través de una demanda interpuesta por la Fundación Francisco Franco contra el artista, que, en ningún momento, encontró el apoyo de las instituciones ni tampoco de la dirección de la feria. Realmente, la obra de Merino se cimenta en este revuelo, en su capacidad performática; los acontecimientos que se generan en torno a ella. Solo cabe esperar qué deparará el falso cuerpo de Picasso, en un territorio como es la Alliance Française, en Málaga.

02 'Erótica inversa' (sala de la facultad de Bellas Artes). Paloma de la Cruz

Comisariado por Carlos Miranda y Carmen Osuna

Existe una tremenda ambigüedad o confusión a la hora de tratar de definir el proyecto Erótica inversa. de Paloma de la Cruz. en el ámbito de lo que tiene que con las políticas del cuerpo y lo femenino. A primera vista, parece establecerse en la deconstrucción falocéntrica del espacio expositivo, una arquitectura eminente masculinizada por la historia del arte y que mediante el erotismo de lo femenino se pretende subvertir. Este hecho se evidencia con la alusión del falo en dos de las piezas que lo presentan como negación, el lleno del hueco de la vagina. Una construcción femenina, como poder de la mujer en referencia a la procreación. El falo de Bourgeois; algo que es propio de la artista.

Desde este punto de vista, el proyecto se orienta a la reivindicación de ese espacio arquitectónico por la artista. Así, se hace uso de la lencería (esmaltada sobre azulejos) para revestir las paredes de la sala con piezas fragmentarias, aludiendo a una especie de reconstrucción de la historia como nuevo relato que sitúe a la mujer en su lugar dentro del mundo del arte. Son obras directas, ornamentales, decorativas donde lo pictórico aparece en escena apoderándose formalmente de las piezas y del espacio a través del color.

La figura de Duchamp se deja entrever en la serie de bidés, reapropiándose la artista de la idea de ready-made mediante distintas técnicas. El juego entre el lleno y el vacío tiene continuidad en uno de ellos colocado en la pared, cuyo empleo de lo ornamental difiere del resto. Aquí lo conceptual se enfatiza. Si el color se hace patente para resaltar el carácter ornamental, en este caso se juega con el propio blanco del material y de la sala, camuflándose la feminidad misma en el propio objeto. Hay en ello algo que remite al Cuadrado blanco sobre fondo blanco, de Malevich, que a su vez se distancia debido a las distintas texturas que hay en las piezas. El objeto en sí es potente, lo ornamental aparece tallado directamente en la pieza, como heridas. Esta deriva monocroma del proyecto de De la Cruz puede verse también en una pieza de azulejos alojada al fondo de la sala. Lo que se produce en este pequeño conjunto es algo sorprendente ya que el propio espacio expositivo pasa a formar parte de las obras convirtiéndose en una arquitectura silenciosa feminizada.