Los sueños, sueños son. Pero en ocasiones se hacen realidad. El sueño de una noche primaveral donde la cultura y el arte malagueño se abrieron de forma gratuita a todos los públicos, se hizo realidad. La Noche en Blanco cumplía diez años y lo hizo por todo lo alto. Con una hora más de duración, doscientas actividades y más de noventa espacios el éxito estaba asegurado. El centro neurálgico de esta décima edición de la Noche en Blanco volvió a ser el casco histórico. Regueros de gente desde primera hora de la tarde, colas interminables y aglomeraciones fueron la tónica predominante hasta las dos de la madrugada. Este año se vieron menos mapas y programas, la app creada para este evento fue usada por mucho de los visitantes que móvil en mano buscaban aquellas actividades y visitas que más les llamaba la atención. «Este año con la app todo ha sido más fácil desde ayer viernes ya teníamos claro que actividades quería visitar», contaba Sandra Ruiz una estudiante malagueña acompañada por un grupo de amigas.

La Alcazaba, el Museo Picasso, la Casa Natal, el Thyssen, el Revello de Toro o el Pompidou volvieron a ser para miles de personas una de las paradas obligatorias en esta noche blanca. Visitas guidas y actividades organizadas para esta velada fueron el atractivo del MUPAM, MIMMA, Museo Ruso, Museo de Málaga y el CAC. La Caja Sensorial de los Sueños, una novedad del programa de este año, reunió a miles de malagueños y visitantes. Una puesta en escena única que dio vida a la calle Molina Lario por primera vez.

Los sueños tomaron luz y textura en la Alameda Principal y se hicieron nubes en la calle Echegaray. El sueño de Ícaro en la Plaza del Carbón, los grafitis del Museo del Vidrio, el hombre árbol paseándose por el centro y los dibujantes de sueños en el Muelle Uno fueron algunas de las performances más llamativas y fotografiadas de la velada. El espacio onírico de información lleno de fantasía de calle Larios y su photocall fue el escenario de los selfis y poses fotográficos.

Las artes escénicas se desplegaron en todos los ámbitos y espacios, no sólo en el casco histórico también en algunos barrios de la capital. La obra El último beso de Jerónimo Cornelles se representó en el teatro Echegaray y Helena López y su danza tribal tomó el Colegio de Graduados Sociales. Magnifico espectáculo también el interpretado en el Thyssen por la Escuela de Danza de Torremolinos, un show que tuvo una gran afluencia de público en sus cuatro pases. El cementerio de San Miguel fue el escenario de la obra de teatro El Sueño del Medievo. Las entradas se agotaron en la primera media hora.

Y en este sueño cultural no podía faltar la música . El violinista Jesus Reina dio el pistoletazo de salida en el Palacio Episcopal. En la plaza de la Constitución no cabía ni un alfiler para disfrutar del concierto de Álex Ubago. El rap sonó hasta la media noche en las inmediaciones del Thyssen y en la plataforma de San Andrés; y los amantes del rock se adentraron en un ensueño en el Eduardo Ocón con las actuaciones de varias bandas. El concurrido concierto de piano del patio de la catedral, el recital de The Hula Hula´s, las sesiones de Dj en Candilejas y un coro gospel en calle Alcazabilla fueron algunas de las alternativas musicales de la noche. Como no podía ser de otra manera los niños disfrutaron de una noche mágica con la cultura. El programa Nochecita en Blanco les ofrecía casi una veintena de actividades donde la diversión de los pequeños estaba asegurada. Cuentacuentos en el Museo de la Aduana, espacios artísticos en el Soho y talleres en el Museo del Vino fueron algunos de los encuentros infantiles con más participación.

La cultura en su máximo esplendor volvió a tomar la noche malagueña donde grandes y pequeños se adentraron en el maravilloso mundo artístico de los sueños.