Carlota Corredera (Vigo, 1974) pudo adelgazar sesenta kilos y quiere transmitir al resto del mundo que Tú también puedes. Éste es el libro que acaba de publicar y que ya va por su tercera edición, y en el que la presentadora de los programas Cámbiame y Sálvame se «abre en canal» mostrando sus problemas con el peso, que lleva arrastrando toda la vida. Corredera, siempre cercana y amable, ha ganado la salud que le habían quitado los atracones que mitigaban por minutos sus miedos y que con su embarazo dispararon hasta las tres cifras su peso. Aunque su hija Alba fue la recompensa de todos los kilos ganados, también fue el clic que le hizo decir hasta aquí. Hoy, sana pero siempre alerta, sabe que la empanada, la ensaladilla y la tortilla de patata son placeres que sólo se puede permitir de vez en cuando, pero ver crecer a su hija sabiendo que no se asfixia al subir unas escaleras merece la pena.

¿Por qué decide escribir este libro?

Fue una decisión muy meditada, porque llevaba tiempo sin escribir y me frenaba la responsabilidad de no estar a la altura. El hecho de contarlo no me preocupaba, yo soy una persona extrovertida y me sale natural contar mi realidad tanto con mis amigos como en la tele. El empujón que me llevó a dar el paso de lanzarme a escribir este libro fue que después de contar mi historia en la tele y en la revista se me colapsaron las redes sociales, la gente me pedía ayuda y yo no puedo quedar con todo el mundo a tomar un café para motivarle. Así que pensé que qué mejor manera de ayudar a toda esa gente que contarlo en un libro y fue maravilloso, porque al final resultó algo terapéutico también para mí.

El libro ahonda mucho más allá de un problema con los kilos.

Así es. Me he vaciado en este libro, ha sido una auténtica terapia para mí, porque no sólo hablo de los pesos físicos, también de los pesos emocionales que son los que me han llevado a refugiarme en la comida, a darme los atracones. Es un libro que deben leer tanto las personas con problemas con la comida como aquellas personas que jamás los hayan tenido, porque trato el sentimiento de culpa, la soledad, lo que todos llevamos por dentro en nuestra mochila.

¿La comida era un refugio para usted?

Sí, hubo una época en la que sufrí varias pérdidas en mi familia, la soledad en Madrid... Era una época oscura y entonces me daba atracones y luego me sentía una auténtica mierda. Recurres a comida hipercalórica, insana, que te da un placer inmediato, que es de fácil acceso y al final caes en un círculo vicioso del que es muy difícil salir. Es la autodestrucción, sabes que en lugar de cuidarte te estás haciendo daño, pero la comida tiene todos los elementos necesarios para dejarte el cerebro en blanco unos minutos.

¿Usted lleva arrastrando problemas de peso desde pequeña, verdad?

Siempre. Conozco gente que come fatal, lo que quiera y está bien de peso aunque luego tendrá

una analítica fatal. Y luego estamos los que tenemos problemas de peso y tenemos que estar luchando siempre contra nuestra constitución, y eso es lo primero que tenemos que hacer, asumir nuestro cuerpo. Está claro que yo no voy a ser Cindy Crawford, pero sí puedo ser la mejor versión de Carlota Corredera, y si me sobran quince kilos pues puedo quitármelos de encima, puedo estar más sana, sentirme mejor, estar a gusto conmigo misma.

¿Qué es lo más importante para el éxito de una dieta?

No pasar hambre porque si no a la mínima vas a tirarte a la comida y es muy fácil volver a caer. Nadie que pase hambre va a tener éxito en una dieta. Y otro pilar fundamental es el ejercicio, es que no hay otro camino, vale que no tengas dinero para ir al gimnasio, pero no hay que buscar excusas porque si tienes dinero para ponerte unas zapatillas y salir a caminar o para hacer una tabla de ejercicios en tu casa.

Usted siempre ha sido una niña gordita. ¿Cree que descuidamos la alimentación de los niños, que premiamos demasiado con una chuche o un dulce?

Muchísimo. Al final todos los padres tiramos de las chuches y es fundamental que analicemos lo que comen nuestros hijos. Está claro que las chuches están muy ricas, pero no se pueden comer todos los días, faltan que pasen varias generaciones para que aprendamos a comer, porque ahí están esas costumbres que tenemos, esas cenas a reventar, esas manías de cuantos más platos mejor, o esa costumbre adquirida de castigar a nuestros hijos sin postre. Es difícil, es algo que tenemos muy arraigado. Los padres tenemos la responsabilidad de enseñarles a nuestros hijos que hay sabores muy ricos que son muy sanos, aunque también pienso que se está avanzando mucho en los centros, en los coles y en la sociedad en general, cada vez tomamos más verduras, más frutas, pero sí, es importantísimo que te enseñen a comer bien desde pequeño.

¿Se descuidó durante el embarazo?

Yo creo que hubo un poco de todo. Es cierto que tengo la sensación de que abrí la mano un poco y que comí cosas que no debía, pero no tanto como para plantarme cincuenta kilos encima, date cuenta de que estuve siete meses trabajando y dirigiendo Sálvame, luego se mezclaron problemas linfáticos, problemas de tiroides, fue una bomba hormonal. Y vas sumando peso, al final en el último mes tuve una subida de tensión. Tengo que decir que a mí el embarazo no me salió gratis, pero por suerte mi hija no padeció nada. Es cierto que si volviese a quedarme embarazada hay cosas que no haría, pero también hay otras que no han estado en mi mano.

¿Se ha sentido humillada o herida por los comentarios de la gente alguna vez?

Yo he leído auténticas barbaridades, pero no es lo mismo cuando tú cuerpo se deforma por tener un hijo que cuando estuve descontrolada por la comida por haber sufrido unas pérdidas familiares muy duras que sufrí en mi familia. Digamos que si las hubiese leído cuando aquello las hubiese gestionado mucho peor. Pero ahora tenía a Alba y he logrado discernir ese mal karma, esa cloaca de la gente que tiene tan malas vibraciones, sé que es un precio que hay que pagar por ser un personaje público, y sobre todo que lo sufrimos las mujeres, pero tenía a mi hija, y entonces todo había merecido la pena.

¿Cuándo dice «Hasta aquí»?

El día que el médico me dice que estoy en riesgo cardiovascular. Yo estaba enorme y tenía una hija, podía pasarme cualquier cosa y entonces dije: «Hasta aquí». La doctora Saavedra me dice que tengo un nivel visceral altísimo y ese fue mi clic y mi hija, por supuesto. Todos los días tengo que hacer renuncias, pero el mayor éxito es tener salud, claro que me gusta cuando la gente me dice «qué guapa estás», o ver las fotos de antes y de ahora y notar el cambio, pero lo que importa es estar sana. No existe ninguna fórmula mágica, lo único que puedes hacer es aprender a comer bien, no pasar hambre, dejar de lanzarte a la comida para matar tus miedos o tus frustraciones, y hacer deporte. No hay fórmulas mágicas. Claro que puntualmente me puedo dar algún capricho, pero siempre tengo que estar alerta.

¿Tiene miedo de recaer, de dejarse llevar, de darse un atracón?

Claro, igual que un fumador, que un alcohólico, y tengo que vivir con ello, todos los días te rodeas de comida, hay que comer todos los días. A mí me encanta una tortilla de patata, una ensaladilla rusa, una empanada, la pasta, ahora puedo comerlo muy de vez en cuando y en cantidades pequeñas, pero aprendes a comer de otra manera y sobre todo vuelves a disfrutar de la comida, de lo prohibido.

Hay quien dice que Carlota Corredera está hasta en la sopa. ¿Usted eso cómo lo lleva?

¡Sí, el otro día vi a un niño comiendo una sopa y en la cuchara salía yo!