Cuarteto GranadaSala María Cristina

Programa: Cuarteto nº 7 op. 108; Cuarteto nº 13 op. 138 y Cuarteto Nº 9 op. 117, de D. Shostakovich. Músicos: Mario Navas, violín; Emilia Ferriz, violín; Manuel Moreno, viola; Jeremías Sanz, violonchelo.

Coincidiendo con la celebración del Centro Nacional de Difusión Musical del Día de la Música, mientras que en el Auditorio Nacional sonaba la Novena Sinfonía de D. Shostakovich, nuestra ciudad era testigo de una nueva entrega del proyecto que emprendió hace ya un año el Cuarteto Granada. Esfuerzo titánico que parte de la ambición de estas dieciséis cuerdas que nunca dejan de sorprender tanto por las propuestas, siempre un grado más retadoras al oyente, como también por esa capacidad con la que seducen al auditorio. Tanto una como otra definen en parte las cualidades de esta formación, si bien lo cierto es que a pesar de la agenda del día el Cuarteto Granada rozaría las tres cuartas partes del aforo de la María Cristina. No sabemos si Shostakovich es víctima de las modas pero son ciertas la atención y fidelidad con la que se está siguiendo esta monumental integral.

Tras escuchar el programa completo, formado por los cuartetos siete, trece y nueve del músico ruso, quedaría muy claro el perfil autobiográfico del compositor centrado, para la ocasión, en el abismo de la soledad, el adiós y la muerte como un capítulo más de la existencia. Tres páginas que abarcan un arco temporal de una década en las que Shostakovich se despide de su primera mujer, continúa con sus dedicatorias a los componentes del Cuarteto Beethoven -aquellos que protagonizarían los estrenos de la integral- y la propia experiencia de un artista que reflexiona, en la enfermedad, sobre su muerte. Estas ideas enmarcan el que posiblemente ha sido el más redondo de todos los programas -salvando claro está la brillantez de los anteriores- por el contenido, y también por la solidez formal, madurez creativa y la particular forma de enlazar los materiales temáticos.

Escrito en el sesenta, el Cuarteto nº 7 prescinde de las pausas entre movimientos para aumentar más si cabe la fuerza discursiva de la partitura, que misteriosamente enmarca entre dos momentos danzantes tanto al comienzo, como al final de la obra tras un fugado en el allegro conclusivo que termina en tiempo de vals. Las cuerdas de Granada pondrían el acento en las relaciones que existen con la producción posterior; la técnica se rinde ante la expresión y la búsqueda de sonoridades. Destacar el motivo central que vertebra este cuarteto.

Dedicado al viola del mítico Cuarteto Beethoven el número trece brilla por su estructura en un sólo tiempo y seis partes sobre un tema expuesto por la viola que pronto retoma el primer violín. Sucesión de impresiones que desembocan en una marcha oscura de todo el conjunto en la que no faltan efectos sonoros como los constantes golpes que inicia la viola y que pronto se contagian al resto de las cuerdas hasta llegar a la última sección que poco a poco se diluye en el silencio de la sala.

Tras el descanso, esta última entrega del Cuarteto Granada concluiría con el extenso Cuarteto nº 9. Articulado en cinco movimientos enlazados vuelve a aflorar el tono discursivo de toda la integral no falto de cierto tono sinfónico en los que se alternan extremos tímbricos, sombras beethovenianas y un hábil uso de las posibilidades de cada instrumento. Terminaba así el último encuentro con este proyecto de los miembros de Granada rematado con un arreglo para cuarteto de cuerda del conocido Preludio nº 10 para piano de Shostakovich realizado por Michael Thomas.