El ciclista utópicoTeatro Cervantes

Compañía: Teatro Calderón de Valladolid, Emilia Yagüe Producciones y Feelgood Teatro. Autor: Alberto de Casso. Director: Yayo Cáceres. Reparto: Fran Perea y Fernando Soto

El ciclista utópico, de Alberto de Casso y bajo la dirección de Yayo Cáceres, se presentó en el Teatro Cervantes. Fran Perea y Fernando Soto son los dos actores que interpretan este drama que podría decirse cómico. ¿Contradictorio? En absoluto. No hay nada que haga reír más que las desgracias ajenas. Y en este caso es esa adversidad desesperante de las que te dan ganas de saltar del patio de butacas y gritar «¡pero reacciona ya!». Es esa fatalidad que te complica la vida y que acorrala sin saber cómo al personaje. Personaje que interpreta Fran Perea, el de un formal profesor de instituto que un mal día colisiona con un ciclista mientras conducía su coche. Y que tras el primer susto y ofrecerse para solucionar el incidente, se ve absorbido en tiempo y vida por el agredido, que invade su intimidad abusando de la mala conciencia del desafortunado maestro.Víctima

¿Quién es la víctima? En principio obvio que el ciclista; que se lleva el golpe. Pero poco a poco resulta que es éste el que se convierte en un perverso y a veces hasta pervertido. Un tipo odioso que captura a su víctima, lo neutraliza y acaba por fagocitarlo. Es un parásito, no económico, sentimental. Un chantajista emocional. Una creación magníficamente interpretada por Fernando Soto, que defiende con naturalidad la verdad de su personaje, logrando la humanidad, incluso la nobleza de un carácter burdo, bruto, egoísta. El actor lleva, sin extremos, a mostrar las virtudes de este individuo y unos rasgos que exasperan, pero con toda la convicción que podría tener sobre sí mismo el propio Acebal, que es como se llama el ciclista. Manuel, el profesor, Fran Perea, por el contrario, es el apocado, incluso el torturado, incapaz de decir que no.

Uno se pregunta, ¿por qué? Habría que ponerse en la situación. Más de uno conocemos que de bueno, tonto. Es el personaje que nos habla directamente y relata, en diversos apartes al espectador de la función, la cronología de los sucesos.

Esto hace que, al buscar la complicidad del espectador, en ocasiones la diferencia de estilo interpretativo entre los dos actores confunda. Dos estilos de comedia. Tal vez sea el único fallo de la dirección, que por lo demás lleva a buen puerto y con buen ritmo un texto interesante sobre relaciones humanas. Un libreto el de El ciclista utópico que nos ofrece diálogos aparentemente insignificantes, pero que van dando impulso a las relaciones íntimas, a los pensamientos, a las reacciones de dos personas que se cruzan un día por puro azar.