Coincidiendo con el Día Mundial de los Cuidados Paliativos, Cudeca celebraba este día, y que un buen puñado de aficionados no quisieron dejar pasar, con un concierto que visibilizaba la importante labor que esta organización desarrolla en Málaga. El acto presentado por Domi del Postigo fue la excusa para el viaje sonoro ofrecido por la pianista malagueña Cristina Alba Padial. Más allá del noble fin que llenaría la Sala María Cristina, el recital de esta notable intérprete reunía todos los alicientes para descubrir el valor artístico y técnico -desde Chopin hasta Granados- repasaría la literatura pianística a caballo entre el diecinueve y veinte.

Viaje por tanto sonoro, pero también de impresiones obligando a la pianista al constante cambio de registros más centrado en lo evocador de las páginas que en el puro alarde virtuosístico que encierran cada una de las obras seleccionadas. Oportunidad única para conocer, aunque fuese de manera fragmentada, y poner en valor el talento que atesora nuestra ciudad, especialmente el de esta profesora del Martín Tenllado. Algo se mueve en nuestros conservatorios y ese algo es el deseo de traspasar la teoría musical de las aulas para hacer música conviviendo docencia e interpretación. Alba Padial es un claro ejemplo de este doble desafío, lo contrario sería muy probablemente un error. Su impresionante currículo no sólo la señala como una docente formada, sino también una solista a tener en cuenta y cuyo centro de interés apetece notable en el repertorio francés y español.

La propia definición del recital de Alba Padial exigía lo más variado del repertorio, retrospectivo y decididamente fragmentado que sin continuidad estética si destaca por el contrario, la notable capacidad técnica y la amplitud del repertorio de la pianista. El programa se abría con el Nocturno nº2 de Chopin y concluiría con el rotundo Allegro de Concierto de Enrique Granados. En el camino, citas a grandes páginas de las escuelas del viejo y nuevo continente. Viaje musical como venimos señalando que despertó el interés por un encuentro más concreto y centrado. Subrayar la sensibilidad del Intermezzo que Brahms dedicaría a Clara Schumann donde Alba Padial afloró la claridad de líneas del músico alemán.

Debussy y Granados serían los grandes protagonistas de la segunda parte junto a Gershwin y un irresistible Lecuona. Precisamente en el catálogo francés y español fue donde descubrimos a una soberbia solista, regia y convincente, punto en el que despunta su extraordinaria capacidad para poner en valor y reivindicar este capítulo del repertorio quizás por esa confluencia de corrientes que hacen de este capítulo la prueba definitiva de sensibilidad desde los inabarcables horizontes abiertos para el piano de finales del diecinueve. Recital más que sobresaliente no tanto por lo retrospectivo y más preciso en el momento de inclinar el teclado hacia la península, rotundo y plagado de aciertos.