Cuarteto Granada

Programa: Cuarteto nº 14, op. 142 en Fa Sostenido Mayor; Cuarteto nº 10, op. 118 en La Bemol Mayor y Cuarteto nº 12, op. 133 en Re Bemol Mayor de D. Shostakovich. Músicos: Mario Navas, violín; Emilia Ferriz, violín; Manuel Moreno, viola y Jeremías Sanz, violonchelo.

Lo que parecía un imposible, algo que escapaba de la imaginación, embocaba este fin de semana su recta final. El Cuarteto Granada, esta ilusionante formación malagueña, ha ido construyendo durante dos años su propuesta de la integral de los cuartetos de cuerda de Dmitri Shostakovich. Más allá de la proeza aflora el innegable valor artístico del proyecto, y es que estos cuatro músicos han conseguido acercar a un auditorio fiel ese monumento musical del siglo veinte a lo largo de las citas puntuales en la Sala María Cristina. El próximo febrero culminará el ciclo con dos de estos cuartetos que junto a los tres interpretados este sábado cierran el repaso a la integral.

Escrito en 1973 el Cuarteto número catorce sigue la estela de los dedicados al Cuarteto Beethoven, en este caso dedicado a su chelista, de ahí el especial protagonismo que el compositor ruso dedica a este instrumento. De estructura clásica en tres movimientos sigue retratando la personalidad de un músico que sabiendo que está enfermo sigue volcando sus inquietudes e ideas ante un mundo que considera en descomposición. El allegretto inicial cede a la viola la introducción de motivos que con un sentido circular reaparecen en la sección final de este pasaje. En el corazón del cuarteto sugiere Shostakovich un bellísimo adagio de aparente quietud como si tratase de evocar momentos ya vividos y donde el violín primero asume el protagonismo hasta que entra en diálogo con el cello. Cuatro notas punteadas del violín de Mario Navas enlazan con el tercer movimiento que sigue la constante de exposición de temas confiadas al violonchelo.

Diez años antes del cuarteto catorce Shostakovich escribe el número diez de la colección que el Cuarteto Granada situó en en el centro del programa pasado. En el corazón de la página el músico sitúa una passacaglia como adagio sobre un motivo confiado de manera obsesiva al cello. En los movimientos anteriores el andante inicial posee en su brevedad marcado carácter introductorio al tiempo obstinado contrastante del Allegretto furioso, magistralmente resuelto y que junto al adagio elevarían la factura de todo el programa.

Volcado hacia la atonalidad, el cuarteto número doce sirvió de cierre de este penúltimo encuentro del ciclo DSCH. Se trata de una obra que retrata a la perfección las cualidades técnicas e interpretativas del Cuarteto Granada. Sonido amplio, cargado de color y técnicamente impecable. Sus dos tiempos pondrían a prueba la capacidad de diálogo entre las cuerdas hostigadas por constantes retos dinámicos, modulaciones sobre una construcción de vocación sinfónica.