Factoría Echegaray nos presentó Hécate y la frontera de Samuel Pinazo, la última propuesta de la productora para este año. Y no por última menos interesante. Por el contrario. Al límite del ciclo, en la frontera con el siguiente, se nos mostró una más que atractiva invitación teatral.

El texto de Samuel Pinazo nos pone frente a una historia que comienza siendo verosímil por lo que parece una denuncia de una situación actual. Tres mujeres han sido despedidas por la empresa de telefonía para la que han estado trabajando y deciden traficar con parte del material que quedó y sustrajeron tras el cierre. Pero no es esa la historia porque el conflicto se adentra en lo personal y moral cuando, además, descubrimos que de alguna manera una actividad que nació para proporcionarles unos complementos económicos ha derivado circunstancialmente al tráfico de personas. Van a transportar a un grupo de chicas ilegales desde su llegada a Tarifa hasta Andorra. Tráfico ilícito de personas. Las posturas se dividen entre el interés puramente económico y la solidaridad.

Los diálogos nos muestran dos formas de entender el mundo. Y esa es una de las virtudes del autor, lograr que sean los personajes los que opinen desde su verdad. Que manifiesten sus pensamientos sin discurso, con conversaciones corrientes. Y que la acción dramática sea consecuencia de sus enfrentamientos. La tragedia, el destino, no se imponen; se preserva la más mundana de las realidades: que somos consecuencia de nuestras decisiones. No es el autor, ni el director, y aún menos las actrices quienes juzgan a los personajes, es el espectador a través de sus opiniones y sus acciones. Y cómo decidir quién es bueno o malo cuando lo que se nos muestra parte de una necesidad primaria. Magnífico texto que logra su desarrollo mediante la intervención de una dirección que ha sabido recrearse y empatizar con la propuesta haciéndola suya.

Coherencia es la palabra que define este espectáculo. Cohesión que sin duda logra Jose Padilla poniendo en pie de un modo sencillo, sin alardes, esta historia que se apoya fundadamente en el trabajo de las tres actrices. Logrando un resultado del que merece y mucho la pena disfrutar. Un trabajo interpretativo que desvela matices en las miradas, en las esperas, en lo que recibe el personaje mientras calla, que en algunos momentos son tan expresivos dentro de la contención que llegan a emocionar por la soledad que demuestran. Y ahí las tres protagonistas realiza, un trabajo espléndido.