Conocerán a este profesor malagueño como «El paseante», en sus artículos para La Opinión de Málaga. José Luis González Vera ayer presentó 'Los naipes sobre el agua', un libro que recopila los frutos de su labor poética entre los años 2001 y 2007. Charlamos con González Vera sobre literatura, vida e ilusiones.

Desde luego, la portada de Los naipes sobre el agua no es la típica de un libro de poesía. ¿Por qué esa foto?

Mi pareja, la artista Blanca Montalvo, autora de la foto, me sugirió algo distinto a una portada al uso. Yo me considero un autor marginal y mi poética transcurre desde la poesía social hacia una introspección provocada por la consideración de la vida como combate. Creo que si se suman esos parámetros, Blanca tenía razón cuando apostó por la estética usada en esa portada. Desde luego, no pasa desapercibida a causa de la extrañeza que causa. Épater le bourgeois.

Destaca en el prólogo Felipe Benítez Reyes que su poesía «no está envuelta en un halo favorecedor». Lo cual me recuerda una frase antigua suya: «El poeta tiene la maldición de ver la tristeza en mitad de una fiesta». ¿La sigue manteniendo?

Gracias por tener tan buena memoria de mí. La sigo manteniendo, pero la voy a particularizarla. Yo sufro esa característica de ver la tristeza al fondo de la fiesta y, luego, intento trasvasarla al poema.

¿A qué se refiere Benítez Reyes con el apelativo «poeta lobo» que le dedica?

Primero quiero expresar mi agradecimiento a que uno de mis autores más admirados haya escrito el prólogo. Felipe juega con varios conceptos porque me conoce bien. Llevo dos lobos tatuados en distintas partes de mi cuerpo. El lobo aparece en mis poemas como símbolo de la soledad, cualidad con la que me identifico y que se destila, creo, a lo largo de toda mi obra. Por otra parte, también alude a que mis hábitos de vida y biorritmos son nocturnos como los de un licántropo; Felipe y yo hemos fatigado muchas noches. Sin embargo, nunca existió una Caperucita que haya aparecido en casa con tarrito de miel y ganas de darme un par de sustos. Un lobo bueno, como Lobo López que atemoriza poco a las ovejitas.

Los naipes sobre el agua compila versos de entre 2001 y 2007, lo cual, supongo, habrá supuesto un ejercicio de autoexamen también a nivel personal. ¿Cómo era el José Luis de entonces en comparación con el actual?

Recopila tres libros muy diferentes. Publico poco porque cribo mucho, si me permites el juego. Los poemas responden siempre a momentos y experiencias vitales muy concretas que actúan como aglutinantes. Si hago una comparación con un boxeador, ahora tengo menos ilusiones, sé que no voy a conseguir nada espectacular, pero combato con la soltura de quien pretende divertirse y, sobre todo, aguanto los golpes muy bien, quizás porque descubrí que la vida en realidad no existe, es una pura abstracción que se construye a cada segundo. La comprensión de ese aserto calma mucho. Ya no tengo ilusiones y, a la vez, quiero ver qué viene después de este renglón.

Con el paso de los años, ¿uno llega a escribir mejor o a vivir mejor, o ni siquiera mejora en ninguno de los dos ámbitos?

Si quieres ser honrado contigo, tienes que escribir mejor por la experiencia que dan los años de trabajo. No es una opción. Si quieres morir en paz, más te vale que hayas aprendido a vivir. Tampoco este aserto admite opciones.

Hace poco participó en un reportaje del periódico sobre las lecturas preferidas de destacados escritores malagueños. Me aseguró que le fascina el malditismo, el lado oscuro, el arrabal. ¿No cansa el wild side, la noche,?

No me cansa. Ese malditismo es una postura vital cercana a la de los románticos decimonónicos. Me encanta ver cómo ciertos usos del idioma aún hacen saltar las alarmas de buena parte de la población tan acomodadita en su moral pequeño-burguesa tocada por rastas y vestida de ibicenca. El lado oscuro hace aflorar por contraste una franja oscura socio-existencial que considero peor. Me encantan esos ambientes decorados por luces rojas y personajes de vuelta de todos los paraísos y a la busca de una felicidad de alquiler. Los nazis, o los comunistas, por ejemplo, eran personas muy respetables frente al decadentismo. Sopesa lo que hicieron los uniformados frente a los bohemios. Un tipo pertrechado por su máquina de escribir en mitad de la noche, acompañado de música, un flexo y un cubata, siempre será menos peligroso que otro que juega con su ordenador con los ahorros de miles de familias. Los valores bienpensantes suelen coincidir con los valores bursátiles. Mis valores, no. Empecé diciendo que me considero marginal. La foto de la portada es estupenda.