La Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM) renovó el pasado mes de abril el contrato con su actual director artístico y titular, Manuel Hernández-Silva, hasta el 30 de junio de 2020. No es la única rúbrica que ha estampado el maestro en este año que termina: el patronato de la Fundación Baluarte aprobó ayer la designación del hispano-venezolano como nuevo director titular y artístico de la Orquesta Sinfónica de Navarra, responsabilidad que será efectiva desde el 1 de septiembre del inminente 2018, fecha en la que finaliza el contrato del director polaco Antoni Wit.

Según fuentes cercanas a la OFM consultadas por este periódico, la decisión de Hernández-Silva ha tomado por sorpresa a los músicos del conjunto malagueño, aunque el maestro aseguró en conversación con La Opinión, que esta decisión «no afecta a su compromiso con Málaga». «Con Málaga estoy en el mejor momento personal y artístico. Afortunadamente, ya tengo cerrados todos y cada uno de los programas de la Filarmónica hasta 202o, desde su contenido hasta el nombre de los directores y solistas invitados. Ahora mismo podríamos presentar las temporadas 2018-2019 y la 2019-2020», resalta el maestro.

Silva quiso además restarle importancia al hecho de que a partir de septiembre será también responsable de la programación de la Orquesta Sinfónica de Navarra, en la que dirigirá seis de los catorce programas previstos para la próxima temporada, asegurando que «no tiene nada de particular»: «Quizá resulte extraño esta situación en lugares donde no existe una gran tradición sinfónica, pero es algo absolutamente normal en este oficio. Si se revisa el historial de los directores que ahora mismo están surgiendo con voz propia en Europa, no solo encontraremos a directores que llevan dos orquestas sino que hay quien lleva incluso tres».

A pocos días de que concluya el 2017, Hernández-Silva quiso hacer balance de la situación de la formación malagueña, considerando que tanto en el plano económico como la respuesta del público ha sido un buen año. «Desde el punto de vista administrativo, la OFM ha cerrado el año sin deber un céntimo a nadie y con las cuentas saneadísimas. Este año ha habido un sensible aumento de público, o al menos eso es lo que se percibe desde el escenario, con lo que me siento muy contento».

El maestro también habló de las dos grandes reclamaciones que viene arrastrando la OFM desde hace años: una sede propia y el auditorio. «Por supuesto quedan capítulos pendientes, como una nueva sede para la orquesta, porque la actual tiene problemas que ocasionan molestias a los músicos debido a que hay una enorme sobrecarga acústica, y el auditorio, que sigue siendo el gran asunto pendiente de la Filarmónica de Málaga».