Lo anticipó en su reciente entrevista con La Opinión de Málaga y, desde luego, lo rubricó anoche sobre las tablas del Teatro Cervantes. Diana Navarro demostró que tenía «muchas ganas» de cantar en su tierra, donde la gente, dice, la quiere y cuida con mimo. Era el segundo recital de la malagueña a propósito de Resiliencia, el disco que publicó en 2016 y que ha supuesto «una liberación» para la vocalista, pero quedó claro anoche en el templo de la calle Ramos Marín que su público no se cansa de escucharla.

Muchos la han empezado a conocer y querer gracias a su participación en el talent de famosos Tu Cara Me Suena (en el que se ha metido con maestría absoluta en la piel de cantantes en principio tan ajenas a su estilo como Beyoncé, Maria Callas, Lara Fabian o Aretha Franklin), pero Málaga, cómo no, siempre ha sido el gran feudo de la de Huelin, el lugar donde más y mejor se la aplaude. Y ella corresponde siempre, como anoche, con el corazón en su garganta. Difícil imaginar una manera mejor de despedir este 2017 que con esta comunión sin fisuras entre público y artista. Ha sido una temporada espectacular para la malagueña, con grandes retos y desafíos. Pero ojo al 2018 que se le presenta: el estreno de Las pesadillas de Alberto Soto, del antequerano Miguel Ángel Almanza, en la que comparte cartel con Salva Reina, Juanma Lara y Macarena Gómez, entre muchos otros; el lanzamiento, en marzo, del DVD de Resiliencia... Y alguna sorpresa más nos brindará esta mujer que, una velada más, anoche demostró ser incansable y todo corazón.