El Festival de Teatro de Málaga abarca una amplia programación de espectáculos entre sus diversos espacios y a veces resulta difícil llegar a disfrutar de todos, pero a veces la sorpresa está en esos espectáculos con menos renombre mediático. Cariño, de la compañía Pérez&Disla, es una de esas ocasiones de agradecer al Festival que incluya espectáculos teatrales con una calidad diferente. Por suerte es compatible. Y en el caso que nos ocupa, un trabajo excelente. Dos actores en un círculo, dos taburetes. Y una conversación. Una pareja se reprocha lo que parece el final de una relación, y cada uno argumenta con frases, a veces tópicas, su participación, su culpa o su implicación. Podría ser así de simple en una sinopsis rápida. Pero lo que llama la atención es sobre todo la veracidad de la presentación. Los diálogos están cargados de conceptos que podrían oírse en cualquier pareja que discute, en una o en muchas porque cada uno de los actores parece contener un resumen de muchos otros personajes. Y sin embargo cada uno de los personajes tiene una identidad diferenciada. Para gustos colores y usted podría ponerse de parte de quien le resulte más cómodo, o en quien se reconozco. Pero ahí está ese espejo de realidad. Porque sobre todo el tratamiento se adentra en un realismo en el discurso que nos permita sentir la empatía necesaria con los personajes. Y eso que el acentazo de los intérpretes al principio más bien te aleja, pero el oído se acostumbra a todo. Y es esa verdad que se concentra en cómo se dicen las cosas la que logra dar credibilidad a la propuesta. Y no deja de haber una gran teatralidad en las imágenes, incluso en el incesante braceo expresivo de los intérpretes, hasta en la esquiva mirada que continuamente se dirige al espectador. O en esa retahíla de expresiones que nos dan a entender que todo lo que se dicen ya se lo han dicho tantas veces que es innecesario seguir con argumentos reiterativos porque lo que importa es si esta vez avanzando en el proceso habrá solución. Si habrá rendición. O simplemente una paz justa y un nuevo comienzo. Sea cual sea ese resultado, nunca va a ser el mismo en todas las parejas, claro está, pero en esta hay algo que indica que la frase «Te comería» es más que un deseo de amar. Cosas tan terrenales como el amor no necesitan de épicos diálogos para emocionarnos si el trabajo actoral, y en buena parte la dirección, hacen que traspasar la cuarta pared sea una realidad. Gracias de nuevo al Festival por bombones como éste.