«Picasso y Fellini soñaban con lo mismo: un arte de todas las artes». La frase con la que acaba el filme realizado por Isaki Lacuesta que ilustra la exposición Y Fellini soñó con Picasso, inaugurada en la pinacoteca de calle San Agustín, hace partícipe al espectador del gran compromiso compartido entre el cineasta de Rímini y el pintor malagueño. Ambos trabajaron toda su vida para que sus creaciones lograran traspasar fotogramas y lienzos. Una conexión entre dos artistas que revolucionaron los lenguajes de sus respectivas disciplinas a través del estudio, la investigación y, lo más importante, la libertad y el atrevimiento.

«Reunir a dos genios del siglo XX ha sido todo un acontecimiento, porque ambos son mitos de nuestra cultura contemporánea», declaró ayer Audrey Norcia, la comisaria de esta muestra que reúne dibujos, películas, fotografías y otros documentos del director italiano junto a pinturas, esculturas y obra gráfica de Picasso. La exposición, que podrá visitarse hasta el 13 de mayo, parte de los distintos sueños que el realizador de La Strada tuvo con el autor del Guernica y que plasmó en El libro de los sueños, cuaderno donde el cineasta anotó y dibujó durante décadas lo que soñaba cada noche. La primera de estas ensoñaciones quedó registrada el 22 de enero de 1962. «Giulietta y yo invitados en casa de Picasso. Estamos de maravilla. Comemos y bebemos con alegría. ¡Qué paz! ¡Qué gusto!», escribió Fellini, que también dibujó la escena de los tres sentados a una mesa. «Los sueños son una parte central en las obras de Fellini. Muchas de sus películas poseen elementos de sus propios sueños», destacó Norcia, que explicó que el cineasta siempre consideró al malagueño «como un demiurgo, una fuerza, un ímpetu, una necesidad» que aparecía en sus sueños cuando el italiano se encontraba inmerso en sus procesos creativos.

Cinco años más tarde, en 1967, Fellini volvió a soñar con Picasso, al que en esta ocasión dibuja en primer plano, con los ojos mirando fijamente al espectador. «Toda la noche con Picasso, que me hablaba, me hablaba... Éramos muy amigos, me mostraba un gran cariño, como un hermano mayor, un padre artístico, un colega que me coloca a su altura, alguien de la misma familia, de la misma casta...», escribió el cineasta. Hay un nuevo sueño en 1968, que el cineasta no dibuja pero sí redacta, en relación a una falsa noticia sobre la muerte de Picasso. Finalmente, en julio de 1980, Fellini describe su cuarta y última ensoñación, en la que asegura que éste vuelve a hablarle como un amigo y un maestro: «Sueño con Picasso (un poco más desmejorado, consumido, pero todavía muy vital) que me habla sin parar. No te distraigas, me dice». Aunque ambos creadores asistieron al Festival de Cannes en 1957 y 1961, no se tiene constancia de que se llegaran a conocer personalmente. «A Picasso solo le vi una vez, en la época de Las noches de Cabiria. Alguien quiso presentarnos, pero en medio del bullicio no conseguimos hablar», confesaría en 1972 el realizador de Ocho y medio en una entrevista.

La exposición, coproducida con La Cinémathèque Française en donde se exhibirá el año próximo, también se detiene en la temática compartida entre ambos creadores, como el interés por la antigüedad clásica, la mujer como inagotable fuente de inspiración, el circo o el análisis de los procesos creativos.

Sala de cine

Y Fellini soñó con Picasso, que ofrece numerosas curiosidades, como el guión original de La dolce vita, cuenta con una sala de cine en la que se muestra el filme de 22 minutos que Lacuesta ha realizado insertando fragmentos de películas de Fellini y en el que se mezcla documental y ficción. La cinta, coproducida con el Festival de Málaga, está narrado por Enma Suárez.

En las paredes de dicho espacio, cuelgan carteles de los grandes títulos del cineasta y una vitrina muestra los trabajos de Picasso en el cine, entre los que destaca la película La mort de Charlotte Corday, dirigida en 1950 por el malagueño junto a Frédéric Rossif, y de cuyo rodaje se muestran fotografías por primera vez en Málaga.