Gregory KundeTeatro CervantesIntérpretes:

Gregory Kunde, tenor, y José Ramón Martín, piano. Programa: Obras de Bizet, Bellini, Verdi, Leoncavallo, Gershwin, Bernstein y otros.

Doce años después de su debut en el escenario del Teatro Cervantes, el estadounidense Gregory Kunde reaparecía en Málaga defendiendo temas de su primer disco en solitario, Vincero, y acompañado del piano de José Ramón Martín. Era entonces la mayoría de edad de la temporada lírica del coliseo malagueño y sobre las tablas junto a Ainhoa Arteta, el Fausto de Gounod. El tiempo ha girado en registro y así lo demostraría el cantante. Repertorio belcantista, exigente en lo técnico y lo personal que hace tan concreta una u otra interpretación, sumándose verismo e incursiones en el musical clásico. Sobre estas notas partiría el generoso recital que ofreció el estadounidense y el piano acompañante de José Ramón Martín.

Tres de las canciones de H. Duparc, discípulo de C. Franck, servirían para abrir el concierto. Piezas exigentes puesto que no sólo la técnica y un buen fraseo resuelven el envite. Kunde debía aunar el valor propio del texto con la importancia de la línea dedicada al piano. Ni una cosa ni otra pudo apreciarse en el arranque, con audibles ciertas incomodidades del baritenor unidas a cierta distancia del piano que a lo largo del recital se acortaría.

Tras Duparc llegaría un Bizet cómodo y pleno de equilibrios, en el que Kunde ya apareció más centrado para afrontar la selección de Bellini de sus Composizione da camara, todo un tesoro musical que el cantante estadounidense domina con oficio y que serviría de puente hacia el epígrafe de Pagliacci, que no sin motivos despertó los primeros bravos del auditorio (muy escaso a pesar de la trascendencia de la cita).

Verdi y La forza del destino abrirían la segunda parte del programa, que estaría protagonizada por el musical clásico encarnado por Bernstein, Gershwin o Hammerstein con incursiones a caballo entre la singularidad de Britten o el referente de Weiss. La nota destacada de esta selección hay que localizarla en la propia seguridad del tenor y un mayor protagonismo del piano de José Ramón Martín. Kunde derrocharía instrumento especialmente en el plano medio alto, cuestionable hacia las notas bajas y la justedad en las notas altas que desarrollaría no sin cierta dificultad.

Con todo, Maria y Somewhere destacaron sobre cualquier otra pieza del programa, si se exceptúan los dos bises que fuera de programa dispensó Gregory Kunde a los aficionados malagueños.

La primera de las propinas fue una dedicatoria a su gran maestro Alfredo Kraus con una de sus insignias, la romanza No puede ser de La tabernera del puerto, y que hizo vibrar al público. Las insistencias de los aplausos fue recompensada con la gran aria de Calaf del Turandot de Puccini. Rossini fue el gran ausente aunque no es posible olvidar que el baritenor llega después del Peter Grimes de Britten en el Palau camino a la Aida próxima del Teatro Real. Se apreciaba cansancio y cierta incomodidad que fue dispersandose según avanzaba el recital.