Charlamos vía telefónica con Ramón Salazar unos minutos antes de que salga para el aeropuerto con destino a Berlín. Hace diecisiete años, a esta misma altura del calendario, el director y guionista malagueño estrenaba allí su debut en el largometraje, 'Piedras', una cinta impropiamente ambiciosa para una opera prima producida en nuestro país. Ayer, con la presentación en Panorama, la prestigiosa paralela de la Berlinale, de La enfermedad del domingo, su cuarto filme, se cerrará, de alguna manera, un círculo. «Me acuerdo de que todo lo que pasó entonces fue tan apabullante que cuando volví tenía la sensación de no haber estado. Ahora lo que quiero es tenerlo muy claro, con los pies en la tierra y disfrutar de la gente con la que voy, mi madre, mi chico y las actrices [Susi Sánchez y Bárbara Lennie]», nos comenta. 'La enfermedad del domingo' llegará el viernes a los cines.

El Ramón de entonces y el de hoy

Entre ambas cintas, entre ambos estrenos en la misma ciudad, ha transcurrido una pequeña vida, así que el Ramón de entonces y el de ahora son el mismo pero diferentes: «Veo ahora 'Piedras' y reconozco a un tío de 29 años que quería enseñar 20 películas en lugar de una. Lo cual no me parece nada malo: aquello fue coherente con la energía vehemente que tenía entonces. Pero ahora tengo 45 años y veo las cosas de otra manera». En realidad, lo confiesa, el Ramón de entonces, el casi treintañero, era algo egocéntrico y lleno de sí mismo; el de hoy, el cuarentón, asegura que, por primera vez, la película ha «mandado» sobre él: «Me he quitado a mí mismo de en medio, he escuchado lo que la película quería que se quitara y se añadiera. Por eso estoy viviendo todo con mucha tranquilidad y sosiego, aceptando lo que se está diciendo y escribiendo de 'La enfermedad del domingo' porque la película ha querido ser así».

Hace unos días se pasó 'Piedras' por televisión, con unos datos de audiencia interesantes y, sobre todo, una singular respuesta en las redes sociales: se convirtió en trending topic en nuestro país y algunos tuiteros, por ejemplo, demostraron saberse de memoria el largo parlamento de Najwa Nimri que zanja el filme. «Sí, yo también lo vi», asegura Salazar, «y me pregunté: ¡Pero qué pasa con 'Piedras'!». Y entonces concluyó que, de alguna manera, su debut guarda una conexión íntima pero difusa con 'La enfermedad del domingo'. Aunque, en el fondo y la forma, pueden llegar a resultar filmes hasta opuestos.

La madre del artista

Una de las primeras en darse cuenta de las diferencias fue la madre de Ramón Salazar, y una de las críticas más insobornables de su hijo. Sabiendo que 'La enfermedad del domingo' parte del reencuentro forzado de una hija (Chiara, incorporada por Lennie) con la madre (Anabel, interpretada por Sánchez) que la abandonó a los 8 años, uno podría esperar que la progenitora del director terminara echando mano del pañuelo en diversas ocasiones: «Pues no se emocionó cuando la vio. Ella se imaginó que iba a ser algo como 'Piedras', en esa línea melodramática expresiva hasta decir basta. Lo primero que me dijo fue: 'No he llorado'. Como si la película no le hubiera tocado lo suficiente. Pero varios días después su relación con la película cambió...». Eso sí, siempre se pregunta cuál es la razón por la que su hijo crea relaciones maternofiliales tan conflictivas (también la había en su anterior '10.000 noches en ninguna parte'), «cuando nosotros nos llevamos tan bien»: «Los que vean tus películas se van a creer que nos odiamos».

Melodrama sin lágrimas

'La enfermedad del domingo' es un melodrama en el que los personajes no lloran, y no porque no les ocurran más que trivialidades; al contrario. Chiara y Anabel pasan diez días juntas en una especie de purgatorio en la Tierra en el que más que buscar redenciones se persigue empatía y comprensión. «Los grandes temas de los que trata esta película nunca van a ser verbalizados: no se habla de la enfermedad, del abandono, de la redención... Son dos personajes que necesitan que se quiten las armaduras para llegar a ese final, por eso tiene que ver más con las miradas y los silencios», argumenta Salazar.

De fondo

La película transcurre en su mayoría en un pueblo fantasmal, precioso y brumoso pero también poco hospitalario, difícil... «Es como un lugar postapocalíptico», concede. No es casual, claro: «Queríamos situar la narración en este paisaje, en estos restaurantes sin gente, en un pueblo casi sin apenas figuración, para abrir otras líneas... No quiero decir que todo lo que pasa en el filme no ocurra, sino que podría estar ocurriendo en las cabezas de una y de otra, que podríamos estar viendo no los hechos sino los deseos de las protagonistas». Es el paisaje de las alegorías. Y, de alguna manera, 'La enfermedad del domingo' lo es, como esa conclusión, catártica, triste pero a la vez luminosa, serena, más allá del lo siento y el te perdono.

Las hermanas «del medio»

El cuarto largometraje del malagueño es su obra más depurada, estilizada y con una clara voluntad poética, simbólica. Sus títulos posteriores a 'Piedras' ('20 centímetros', un bizarro musical sobre una prostituta narcoléptica en busca de su reasignación sexual, y '10.000 noches en ninguna parte', la crónica malickiana de un joven perdido en su ingenuidad y en busca de un lugar en el mundo), dice, le han llevado hasta aquí: «Tras Piedras no me apetecía seguir una senda, sino experimentar. Y no me arrepiento». Aunque estas dos películas hayan quedado injustamente opacadas por sus hermanas mayor y menor.

Mujeres y hombres

De unos meses a esta parte, las mujeres de la industria del cine de allí (Hollywood) y aquí (España) han logrado trascender las reivindicaciones salariales para exigir una mayor implicación en la toma de decisiones de los proyectos cinematográficos. «¿Por qué no hay más cine hecho por mujeres?», es la pregunta-dardo. La cuestión podría resultar un tanto espinosa para un realizador y guionista como Ramón Salazar: al fin y al cabo, es un hombre contando historias protagonizadas por mujeres... ¿Un intruso? «En absoluto me siento así. Porque para mí las mujeres son heroínas», responde. Y, tras unos segundos, reflexiona: «A lo largo de estos años me han preguntado muchas veces por qué he hecho historias sobre mujeres, y siempre he terminado dando respuestas un poco bobas. Con el tiempo me he dado cuenta de que durante mi infancia y adolescencia, cuando sufrí episodios de acoso por ser homosexual, las que estuvieron ahí para defenderme y apoyarme eran las mujeres que me rodeaban. Y he construido todas estas historias, estas películas por eso». Y concluye: «A lo que debemos aspirar es a que se cuenten historias sobre mujeres, ya sean dirigidas por mujeres o por hombres».

Más Ramones

Salazar está inmerso en la grabación de 'Élite', la segunda serie producida por Netflix España. Se trata de un «drama efervescente, desinhibido y sensual», según la plataforma, ambientado en un selecto colegio en el que, de la noche a la mañana, todo cambia con la llegada de tres jóvenes de clase obrera cuya escuela ha sido devastada por un terremoto. Vamos, nada que ver con 'La enfermedad del domingo' y, seguro, por poco que sea, más con las adaptaciones que el malagueño hizo de las novelas de Federico Moccia para los superéxitos 'Tengo ganas de ti' y 'Tres metros sobre el cielo'. Ramón Salazar vive esta bicefalia (autor de filmes intensos y guionista-realizador de encargo de peripecias juveniles) con naturalidad: «De estar con estas dos mujeres en un proceso intenso en una montaña he pasado a dirigir a un grupo de actores de 19 años que están con una energía loca... Es una liberación, una limpieza, un revulsivo. Además, fíjate, dirigiendo 'Élite' me he dado cuenta de la siguiente peli que quiero hacer». Sí, le preguntamos pero no suelta prenda: «Acabo de empezar a escribir en el cuaderno [risas]». Aunque sí quiso compartir un proyecto ilusionante sobre su tapete...

Rodar en la tierra

Después de '20 centímetros', uno de los guiones que barajó como tercer filme fue Mientras esperamos, un drama con toques de realismo mágico y a rodar en Málaga sobre tres hermanos, dos chicos y una chica, que se enamoran de la misma mujer. Bien, pues no, no se va a rodar. «A veces uno lee cosas suyas años después y...». O sea, que tendría que «reescribirla entera». Y parece no le apetece. Lo que sí le apetece es una serie, 'Las suecas'. Nos dice que sería una ficción inspirada, claro, en las escandinavas que hicieron soñar al Torremolinos de los 60. «Es algo con lo que por fin podría rodar en mi tierra, que a los 45 años lo deseo con todas mis fuerzas», asegura.