Los participantes en la recién concluida Feria del Libro de Málaga aún andaban ayer desmontado las casetas y metiendo en cajas el material que irá de vuelta a las estanterías de sus librerías. Tarea que realizaban con media sonrisa dibujada en el rostro, ya que tanto los resultados de las ventas como las impresiones sobre la respuesta del público ofrecen una rendija para el optimismo.

Manuel García Iborra, director de la cita literaria, sostiene que esa moderada alegría viene dada por «una caja un poco mejorada respecto al año anterior» y por la consecución «de los objetivos marcados por la organización». «Estamos contentos. Si hacemos un símil con las calificaciones del colegio, podemos decir que alcanzamos el bien justo, sin llegar al notable». García Iborra asegura que la feria arranca con unos «muy modestos recursos» y que no haría falta una gran inversión para que la convocatoria, que cuenta con un presupuesto inferior a los 50.000 euros, diese un salto cualitativo importante en el futuro.

«No hacen falta 100.000 euros de inversión, con un 20% más de lo que tenemos, la Feria del Libro de Málaga podría contar con una mejor organización y difusión, un mejor diseño de programación y una mejora de la estructura de sus instalaciones». Este paso, según argumenta el máximo responsable de la feria, la situaría a la altura de las citas de ciudades como Sevilla o Granada. No elude García Iborra la crítica al engranaje de las instituciones, ya que, según confiesa, ha tenido que mantener «más de una veintena de reuniones para logar los recursos necesarios» y se ha topado «con algunas promesas que finalmente no se han cumplido».

No obstante, considera que la plaza de la Merced, donde la cita se instaló en 2016 por vez primera tras su paso por el Muelle Uno, es «una gran aliada de la feria», por que la convocatoria continuará en este espacio. «En la plaza caben 55 casetas -este año se han instalado 30- y uno de nuestros objetivos también es aumentar el número de libreros que acudan a la feria».

La alegría contenida por esta edición también se aprecia en las declaraciones de Jesús Otaola, responsable de Proteo-Prometeo, que mantiene que las ventas han sido similares a las del pasado año. «En lo económico ha sido muy parecido al año pasado. Algo de lo que, tal como están las cosas, nos sentimos satisfechos». También destaca el librero el «gran ambiente» que se ha respirado estos días. «Hemos estado con tres casetas, en las que se han ofrecido 90 firmas de autores, muchos de ellos malagueños. No se puede pedir más», destaca.

Por el contrario, Otaola considera que «la feria ha tocado techo» y necesita «repensarla». «No se puede seguir así. Los apoyos que tenemos no son suficientes, como tampoco lo son las librerías participantes y la difusión. Málaga se merece una feria propia de una gran ciudad cultural», asegura.

Por su parte, el responsable de producto editorial de Fnac Málaga, Pepe Martín, asegura que las impresiones vividas en la plaza de la Merced, donde la Fnac acudía por primera vez, «han sido positivas». «No estuvimos el pasado año, pero la valoración es positiva. La plaza invita a que las familias entren y recorran la feria». También incide en que la cita debería «aumentar y mejorar su difusión para llegar a más público», aunque reconoce que «el presupuesto es el que hay».

La Feria del Libro malagueña «se sigue celebrando de milagro», sostiene García Iborra. Ojalá también llegue el milagro de convertirla en un árbol tan robusto como la Noche en Blanco o las veladas libreras en la que los cheques no son el principal problema.