El mundo sigue a lo suyo, aunque hay cosas que cada día chirrían más. El cacareado Salón de la Fama del Rock no incluyó a una mujer en su listado de artistas fundamentales del género hasta 1987. Fue Aretha Franklin la primera en tener dicho honor, aunque las cosas siguen hoy sin funcionar del todo cuando se observa que tuvieron que pasar ocho años más para que, en 1995, Janis Joplin fuese distinguida por dicha institución o que la mismísima Nina Simone no haya entrado en este curioso club hasta este mismo año.

El rock también ha sido -y sigue siéndolo visto lo visto- injusto con las mujeres. Lo que no es discutible es su aportación al sonido y la estética roquera. Pese a todos los inconvenientes a los que han tenido que enfrentarse, entre ellos la mirada superficial de los machos alfa de la música -tanto compañeros como seguidores-, el rock and roll no se entendería sin el talento de músicos como Ma Rainey, Etta James, Brenda Lee, Carole King, Mary Wells, Joan Baez, Grace Slick, Joni Mitchell, Tina Turner, Joan Jett, Suzi Quatro, Chrissie Hynde, Nina Hagen, Patti Smith, Björk, Alanis Morissette, Sheryl Crow, Imelda May o Sharon Jones, además de las anteriormente citadas.

Con la bendita intención de poner todo en su sitio y llamar a las cosas por su nombre, la periodista catalana Anabel Vélez, autora de Rockeras, un anterior volumen sobre las principales voces femeninas del rock, amplía el campo de actuación en Mujeres del rock. Su historia para profundizar en el innegable y fundamental papel de la mujer en el género. Y lo hace acudiendo a la madre de todo, el blues y el jazz, y realizando un pormenorizado repaso por todas sus épocas: de los pioneros años cincuenta a la actualidad, pasando por la explosión del soul y los girl groups de la Motown, el impulso del folk y la psicodelia de los años setenta o la irrupción del punk y rock alternativo.

El recorrido de este imprescindible libro de historia musical arranca con las pioneras del blues, las cantantes Mamie Smith, Ma Rainey y Bessie Smith y la guitarrista Memphis Minnie, mujeres de armas tomar que tuvieron que lidiar con la mentalidad de la sociedad de los años veinte y treinta, que las miraba como a mujeres de mala vida por el simple hecho de subirse a un escenario. Ellas y su magnético talento comenzaron a derribar el muro que mantenía a las mujeres al otro lado del negocio discográfico para abrir el camino a las grandes damas del jazz que llegarían después.

La cautivadora Billie Holiday terminó haciendo añicos dicho muro y le cantó sin reparos a las injusticias raciales de la época. Strange Fruit convirtió a Lady Day en una estrella mundial y en referente ineludible de la historia de la música moderna. Las aportaciones de Anita O´Day, Ella Fitzgerald o las hermanas de la Familia Carter sirven de preludio a la llegada de la explosión del rock and roll de los años cincuenta. Por mucho que les duela a los feligreses de Elvis, antes de que el cantante de Tupelo volviese locos a todos con sus golpes de cadera, la cantante Big Mama Thornton hizo del tema Hound Dog todo un éxito del género. Después llegaría Elvis para hacerlo suyo, pero primero fue Big Mama. No lo olviden.

Los éxitos de Bill Haley, Chuck Berry, Jerry Lee Lewis, Little Richard y compañía tuvieron a su lado otros tantos de roqueras como Sister Rosetta Tharpe, Ruth Brown, Etta James, LaVern Baker, Janis Martin, Brenda Lee o Wanda Jackson, las pioneras del rock and roll. Mujeres de voces desgarradas y profundas que construyeron la autopista en femenino por la que después transitaron los llamados girl groups, con The Shangri-Las, The Crystals, The Ronettes o The Supremes, como grandes conquistadoras de las listas de éxitos de los años sesenta.

La presencia de la mujer en las listas de éxitos era cada vez más notoria. Este hecho propició que ellas tomaran la voz y surgieran grandes artistas en solitario como Dusty Springfield, Marianne Faithfull, Joan Baez, Aretha Franklin, Tina Turner y Nina Simone. En la década de los setenta, el rock era el vehículo a través del que los jóvenes expresaban su descontento con el mundo. Y así aparecieron las grandes revolucionarias, como Janis Joplin, quizá la mujer que mejor representa el desgarro generacional de aquellos años y el verdadero espíritu roquero, Suzi Quatro o el grupo The Runaways, con Joan Jett a la cabeza.

La posterior asimilación de los gritos del rock por el mainstream provocó otra ruptura: el punk. Y aquí también surgieron nombres fundamentales de mujeres, como Patti Smith, The Go- Go´s, Blondie, Siouxsie & The Banshees o Nina Hagen. Incontestables guerreras que supieron canalizar a través de su música la ira con la que la juventud encaraba la década de los ochenta. El texto de Anabel Vélez prosigue su camino por los años noventa hasta llegar a nuestros días, deteniéndose en las muchas creadoras que han hecho grande el género. Un trabajo que deja bien claro que ellas también son parte indispensable del universo del rock and roll.