Hace tres años en estas páginas al lector más avezado en los sonidos del metal y derivados quizás le llamara la atención un artículo sobre una banda malagueña, Chaos Before Gea, cuyo titular era: ¿El mejor disco de metal nacional del año es malagueño? Se trataba de una pregunta retórica porque, por supuesto, el mejor disco de metal nacional de ese año era malagueño. Se titulaba Khâron, era (es) el segundo álbum del quinteto local y es imposible encontrarle una crítica que le ponga peros (normal: no los tiene). Pasado mañana, Ismael Pérez (voz), David Arroyo (batería), Damián Schmitt (bajo), Adrián López (guitarra) y Hernan Jensen (guitarra) lanzan Chronos, el fin de una trilogía y podríamos coronar esta página con el mismo titular de aquel 2015. Aunque, mejor, quitándole los signos de interrogación, porque lo han vuelto a hacer: más sofisticados, más feroces, más enrevesados, más de todo para los que piensan que más siempre es más. Charlamos con David.

Es difícil describir el sonido de Chaos Before Gea: parten de una base metalcore, a lo Chimaira, pero a partir de ahí levantan auténticas catedrales, con andamiajes progresivos, solos espectaculares, patrones rítmicos ingeniosos... La producción de José María Tornay, en sus Wave Nation de Ronda (y la masterización de Mika Jussila, en los legendarios Finnvox Studios), amplifica y matiza la potencia de estas canciones-laberinto, cinceladas hasta el más mínimo detalle, tanto que el oyente si se despista varios segundos seguro que se pierde algo. «Por muy enrevesadas que sean las canciones te podemos asegurar que normalmente el esqueleto de la canción (estructura, cambios de ritmo/tempo, etc.) suele estar planteado desde el principio, y a partir de ahí vamos aportando cada uno nuestra visión del tema o lo que se le vaya ocurriendo a cada uno sobre la marcha», explica David. Por cierto, ¿cuántos riffs puede tener en total Chronos? «¡Pues no nos lo habíamos preguntado nunca! Acabamos de contar alrededor de 100, pero el recuento depende mucho de la visión personal de cada cual sobre el concepto de riff. Si un fraseo de 4 compases varía un poco en el último compás en cada repetición, ¿eso son dos riffs o uno solo? ¿Cuentan pequeños pasajes de corta duración entre dos riffs?», es la respuesta-pregunta.

Chronos cierra la historia que empezaron con Erebo y continuaron con Khâron, un relato en el que la mitología clásica (en el grupo hay filólogos) y la ciencia ficción dialogan con ambición y sin pudor: el punto de partida, una sociedad cimentada sobre los valores clásicos pero que cronológicamente se presupone como una segunda edad del hombre tras un gran cataclismo. En este futuro imaginario reina la oscuridad y la única manera de sobrevivir es buscar la protección del fuego, gestionado por los eruditos de la Sagrada Orden de la Llama en la Gran Biblioteca, el edificio donde se reúne todo el saber del hombre. «Sabemos de sobra que muchísima gente no se atreve a darnos una oportunidad porque, por concepto, piensan que somos una banda de espaditas y dragones, como bromeamos entre nosotros», suelen comentar estos cinco ilusos, que, encima, hasta publican en su blog (http://chaosbeforegea.blogspot.com.es) capítulos, textos que expanden la experiencia de los dos primeros discos.

Terminada la historia, ¿ahora qué? «¡Buena pregunta! [risas]. Todavía nos queda una bala en la recámara respecto a la trilogía, una experiencia muy especial que estamos deseando compartir con todos, pero por el momento no nos queda más remedio que guardar silencio. Por el momento nos centraremos en celebrar que hemos cerrado el círculo, y le daremos toda la vida posible a este álbum, presentándolo allá donde nos dejen. Lo que sí que podemos asegurar es que nos sentimos muy cómodos trabajando de esta manera, contando historias, por lo que vemos muy difícil que acabemos haciendo un disco convencional», responde David.

Chronos se publica cuando Chaos Before Gea celebran sus primeros diez años de vida. «Teniendo en cuenta que los primeros cinco años del grupo son una neblina de idas y venidas, estilos, cambios de local, etc., nos sentimos muy orgullosos de lo que hemos conseguido hasta ahora en estos últimos cinco años desde el lanzamiento de nuestro primer LP. Cuando grabamos el primer disco ni siquiera pensábamos que fuese posible acabar trabajando mano a mano con un grande de este país como Pau Navarra, editor de la revista Rockzone y cabeza visible de nuestra agencia de promoción y management Blood Fire Death. De él hemos aprendido cómo navegar entre las aguas turbulentas de este negocio (que para nosotros no es más que un hobby), y tomar las decisiones correctas para alcanzar nuestras metas. Con su apoyo y mucho esfuerzo, hemos vivido un lustro repleto de grandes experiencias vitales. No existe otro motivo por el que nos dediquemos a esto», asevera David.

Escena

Chaos Before Gea no es la única banda de metal malagueña que destaca por su calidad. Southwind, Thyrant, V3ctors o The Hum, por ejemplo, son formaciones de galones incuestionables. Entonces, ¿por qué no hay una escena en condiciones de público, locales...? El batería ofrece su visión: «A pesar de que nosotros no somos precisamente profetas en nuestra tierra, es fácil ser derrotista y quedarse con la peor cara de la escena malacitana; pero lo cierto es que a día de hoy podemos presumir de contar con gente muy implicada con el movimiento, ya sea montando eventos o editando discos bajo su propio sello. En cuanto a público, Málaga ha demostrado en más de una ocasión que, si quiere, puede responder y estar a la altura. Por lo demás, es innegable que las bandas como la nuestra cuentan con más bastiones en la mitad norte del estado y que todavía nos queda mucho por hacer para estar a la altura, pero nos quedamos con todo lo bueno que tenemos aquí, que no es poco». Una mala, malísima noticia no permite albergar demasiadas esperanzas, eso sí: «El cierre de la sala Velvet supone un auténtico drama, pues era un templo para bandas de pequeño-mediano aforo como la nuestra. Que la escena musical en Málaga se mantenga sana pasa poner encontrar una solución urgente a esta enorme pérdida».