La «memoria sonora» como así la define el maestro titular de la OFM, Manuel Hernández Silva, vuelve a ser el leit motiv de la cuarta temporada del maestro venezolano al frente del conjunto. Temporada veintinueve que -a vuelapluma- ahonda en el ingente caudal del repertorio de los últimos cuatrocientos años agrupados en treinta y dos citas y tres grandes ciclos. Además del capítulo en estudio de grabación, se sumará la participación del conjunto en la apuesta del Teatro Cervantes por el relanzamiento de la Temporada Lírica junto a las citas con el Festival de Cine, MOSMA o el compromiso de la orquesta en otros puntos de Andalucía.

Programación artística que si bien plantea nuevos horizontes no siempre es fácil obtener la aprobación general. Si algo singulariza a la veintinueve es el equilibrio, a pesar de circundar la presencia en el podio y como solistas -sin desmerecer el cartel- de grandes nombres del panorama musical. Como correspondencia exige también la implicación de los atriles en el proyecto artístico. Los nombres por sí mismos sólo cubren una faceta, el resto es trabajo y compromiso. Con todo, la Filarmónica tira de intérpretes que no por carecer del marketing de otras estrellas dejarán de brindar veladas inolvidables como las vividas en la temporada que ahora acaba. Si bien esta circunstancia podría ser entendible bajo ningún concepto ha de convertirse en norma.

Dos importantes programas se reserva Hernández Silva para el particular duelo musical de las sopranos malagueñas Berna Perles y Alba Chantar. Para la primera habrá que esperar a la clausura de la nueva temporada con un programa de corte iberoamericano en la primera parte mientras que en la segunda coloratura y verismo pondrán el broche al ciclo de abono. Chantar abrirá fuego a mediados del mes de diciembre con páginas de Rossini, Mozart y Bellini, entre otros.

El primero de los conciertos del Ciclo La Filarmónica Frente al Mar llegará a comienzos de octubre en la batuta de Félix Ardanaz, que aparca su revelador piano atacando piezas de Smetana, Glière y Brahms. Ardanaz es el ejemplo de cómo las orquestas nacionales empiezan a considerar el talento español. De igual modo sucede con la batuta de Lucía Marín, que protagonizará el encuentro de marzo junto a la trompa de Jorge Monte. Hay que recordar a la OFM que en la actualidad es posible contar hasta cinco batutas malagueñas esperando la oportunidad de subir al podio de la primera orquesta en el escenario del ciclo del Neville.

Jazz y Scheherazade conforman la propuesta que en febrero abordará el maestro Arturo Díez Boscovich. En abril coincidente con la clausura de Frente al Mar cuando Mario Ortuño se enfrente a la Novena Sinfonía de Shostakovich además de Pablo Amorós con el Concierto para piano de Schumann. Para dar más sentido al ciclo del Neville la Filarmónica no debería obviar este hecho y más cuando existe en nuestra ciudad una cátedra de dirección orquestal en el Conservatorio Superior.

Tras el primer abono de temporada el 15 de septiembre la JOBA ofrecerá su primer concierto de la mano de Barry Sargent completando los tres encuentros en diciembre y julio de la mano de Hiro Kurosaki y el propio Hernández Silva, que se adhiere al proyecto. Interesante travesía musical desde el barroco inglés de Purcell hasta el clasicismo de Mozart y Beethoven con paradas obligadas en los mundos de Haendel, Bach, Corelli o Pez. La gran escuela rusa, Perianes, la lírica o el ganador del concurso de piano George Enescu conforman lo más destacado para la doce edición del Ciclo de Conciertos de Cámara. Nuevo duelo musical que enfrentará a dos grandes intérpretes. En diciembre con Chopin como excusa para Javier Perianes y en mayo Josu de Solaun.

Jesús Reina, director del Festival Málaga Clásica, junto a Martín Castro y el cello de T. Mahrenholz abren el ciclo a mediados de octubre con páginas de Rachmaninov y Tchaikovsky. Berna Perles asumirá el encuentro de enero con un recital extraído del universo barroco acompañada de la trompeta y el clave de los profesores Ángel y Álvaro San Bartolomé. Las compositoras Fanny Mendelssohn y Clara Wieck centrarán el concierto del Trío Círculo en marzo, mientras que en abril reaparecen Las siete últimas palabras de nuestro Salvador de J. Haydn de la mano del Cuarteto con Fuoco y dramatización de Ismael Trujillo.

Como ya ocurriera en la temporada que acaba el maestro Hernández Silva se enfrenta a ocho de los quince abonos de los que destacan la cita hispanoamericana de octubre a caballo entre Estévez y Bernstein; el abono cuatro dedicado íntegramente a Shostakovich y en la clausura de la temporada compartirá las tablas del Cervantes junto a Berna Perles. Del apartado sinfónico-coral repiten el tipista ramillete de villancicos de Colomer y Ginovart en diciembre por la Coral Carmina Nova. El Requiem de Mozart protagonizado por el Coro de Ópera ocupará el abono de Semana Santa.

Entre las batutas invitadas destacan Antoni Wit -gran especialista en compositores del siglo veinte- en octubre confrontará el sinfonismo de Schubert y Bruckner. Un mes después regresará a la OFM Aldo Ceccato para dirigir la Novena de Mahler. Y sin salir de Bruckner, Guillermo García Calvo en marzo asume la Sinfonía 0 del compositor alemán. Pedro Halffter y Leos Svárovsky completan la representación de invitados no sin antes mencionar el regreso de Yoav Talmi que para el penúltimo abono propone un concierto de calado sobre obras de Berlioz, Tchaikovsky y Elgar. Kholodenko, Kun-Woo Paik o Pacho Flores serán algunos de los solistas más sobresalientes que actuarán en los abonos del Cervantes.

Selección ambiciosa la que dibuja la propuesta de la OFM que va más allá de etiquetas y convencionalismos, pórtico a la gran celebración que es ya por sí sola la música.